jueves, 24 de marzo de 2011

Se ve que somos muchos lo que pensamos igual


Tarde lo cuelgo en el bolg, pero si en algo sirve para que sigamos pensando en esta mentira continuada y en la falsa palabrería con la que quieren alimentar la estulticia en la que poco a poco pretenden sumergirnos, me contentaré.
No hay guerras justas, hay cauas justas,
Y como dicen que dijo Gandhi:
También yo ppor una csua justa estoy dispuesto a morir, pero no hay cuasa por la que esté dispuesto a matar.

martes, 22 de marzo de 2011

De la necesaria innecesariedad de las guerras


Otra vez una guerra. Otra vez un montaje delicadamente estudiado para resolver a cañonazos, lo que no se ha sabido o querido resolver preventivamente.
Cuánto rendez vous a Gadafi cuando ha interesado a los mismos que ahora le han convertido de la noche a la mañana en el dictador que todos sabíamos que era.
Todos sabíamos que Libia no gozaba de libertad, de democracia ni de una mínima igualdad desde hace ya mucho tiempo. Todos éramos conscientes de la personalidad paranoica, patética y psicópata del personaje que llevaba su jaima a cuestas como un hotel portátil.
Todos. Absolutamente todos los que “le perdonaron la vida” o los que llegaron a vender su dignidad por un barril de petróleo. (lo del plato de lentejas no merecía la pena), conocían perfectamente que este personaje era un personaje de “armas tomar”, y claro a la primera que los de su pueblo le han llevado la contraria, ha tomada las armas y ha saltado para arrasar a todo enemigo que o es extranjero, o es de Al-Caida o es un infiltrado inconsciente de la grandeza de este revolucionario de pacotilla, quien, como otros tantos de su misma calaña, tiene la mayor parte de su poder en los bancos suizos o en paraísos fiscales, mientras el pueblo recoge la migajas de la inmensa riqueza que el petróleo proporciona no al país, sino a la familia y allegados del payaso.
Es verdad que ante lo de Bosnia y toda la persecución, (que alcanzó la categoría de persecución étnica y genocidio) los países fueron tan permisivos que la situación se hizo insostenible hasta que hubo una reacción tardía para detener la sangrienta mano de Slobodan Milosevic. Pero los efectos de aquella “dejación” por parte de la comunidad internacional, fue 250.000 muertos y más de 2 millones de refugiados.
Hemos tenido la suerte de que en Túnez y Egipto las cosas hayan salido bien para la revolución popular contra los dictadores, pero antes de este acontecimiento nadie había levantado la voz por estos pueblos, porque teníamos muy bien “considerados” a sus dirigentes por puros intereses económicos y geoestratégicos. Lo mismo que llevamos pasando la mano por el hombro a nuestro vecino de Marruecos, con unas concesiones insufribles, porque ciertos intereses siguen siendo fundamentales, aunque lo sean en perjuicio de los pueblos. En este caso, su reyezuelo acumula riqueza para saldar sobradamente la deuda de su país y para enterrar en dólares a los habitantes de su territorio.
Son estos preámbulos los que llevan a tener que tomar la vía de la violencia. Pero ¿todavía creemos que destruyendo, masacrando, eliminando o derribando infraestructuras fundamentales estamos ayudando a alguien?
El ser humano debe utilizar su inteligencia y sus enormes facultades de ingenio y pensamiento para encontrar salidas a las situaciones; en primer lugar para no buscar resolverlas con la guerra y en segundo lugar para trabajar más en serio cuando todavía las cosas no se han agravado y puedan ser resueltas, aunque sea muy difícil hacerlo dialogando con la sordera de un psicópata. Pero los psicópatas y los dictadores paranoicos, no nacen, se hacen y son en parte el producto de nuestra propia indiferencia o de nuestros propios intereses.

domingo, 13 de marzo de 2011

La rebeldía domesticada


¿Quién ha ido domesticando a una generación de rebeldes que batalló por la democracia, afrontó el desprecio y el desprestigio social promovido por los bienpensantes, se levantó contra la OTAN, que dio la cara por muchas causas perdidas…?
Todavía resuena, y se han aireado tras su muerte, las palabras de Marcelino Camacho: "Ni nos domaron, ni nos doblaron ni nos van a domesticar".
Repetirlas hoy pretenciosamente, y más por quienes son sus más directos herederos, parece un sarcasmo, una burla a un periodo de la vida de este país en que la gente se dejaba el pellejo y arriesgaba realmente mucho de su integridad física y moral.
Poco a poco, pausadamente, paulatinamente nos hemos ido metiendo a fondo en el mar desde la orilla.
Primero sentimos que se nos helaban los pies al tocar la leve ola rota que nos los acariciaba, luego íbamos sintiendo escalofríos cada vez menos intensos cuando el agua nos iba llegando a la rodilla; todavía producía cierto temblor el que el agua nos llegara hasta la entrepierna; finalmente, levantábamos las manos con miedo cuando el agua nos cubría hasta el ombligo y para entonces tomamos la decisión de sumergirnos de golpe bajo el agua, y en poco tiempo desaparecía la sensación de frialdad y empezábamos a sentirnos tan a gusto… ¿Tan a gusto como un cochino en un charco?
No sé si se capta la metáfora, inspirada por cierto en Vicente Aleixandre, pero al revés. Nos hemos ido acomodando, sometiéndonos, doblegándonos, dejándonos domesticar. No somos los leones que soñábamos; por el contrario –y ahora convoco a Miguel Hernández- somos los dóciles bueyes que se han dejado uncir al yugo y caminan lentos, la cabeza bien baja, bajo la vara arriera, arrastrando la carreta en la que otros van montados.
El sistema, convertido en el bombero que apaga todos los fuegos levantiscos, tiene bien cargados los extintores y hoy, la luz y el calor de ese fuego, están apagados, y apenas sin rescoldo para resucitar de nuevo.
Como quien ha cogido la mochila para espolvorear el herbicida, el sistema ha arremetido contra los brotes ya debilitados de la hierba mala que se revela y rebela –ahora sito a Alberti- pero que, ya mustia, ha optado por no interferir el crecimiento de semillas manipuladas, que acabarán envenenando la vida.
¿En dónde están los profetas que en otro tiempo nos dieron las esperanzas y fuerzas para andar? (R. Cantalapiedra) ¿Es que ya no hay nadie? ¿Es que ya Andalucía se ha quedado sin nadie?(otra vez Alberti).
Todavía se diran muchas mentiras que nos harán pasar como verdades, con las que el HOMBRE será domesticado, dócilmente sometido y hábilmente manipulado. No ha pasado. Por el contrario, estamos en plena era del Pensamiento único… Lo terrible es que poco a poco nos siguen comiendo la cabeza. No podemos caer más bajo, pero es bueno tener alguna distracción que nos amortigüe el pensamiento, es bueno, muy bueno para la causa, el fútbol y el Gran hermano. ¿Han visto “Matrix”?