domingo, 28 de noviembre de 2010

Espiritu navideño y Humanismo


Si el espíritu de la Navidad es algo, es la exaltación del Humanismo, la elevación a categoría de fiesta el entendimiento entre los seres humanos; es el reforzamiento de las actitudes de acogida y afecto a los más débiles en la sociedad; es, -mirado desde un punto de vista religioso cristiano- la elevación de la figura de un Ser humano, Jesús de Nazaret, que se eleva a la categoría de Hombre-Dios, y que pretende elevar al ser humano -hombre y mujer- a una categoría "divina" frente a la mediocridad de personajillos que nos invaden la vida y que se encumbran a categoría de amos, jefes y señores, haciéndose además, llamar bienhechores.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Comienza el adviento

Mañana comienza el adviento. y la llamada del evangelio significa que hay que tener los ojos bien abiertos, andar despiertos y vivos, porque en todo momento necesitamos estar preparados para descubrir que frente a cada persona y cada acontecimiento hay que reaccionar y comprometerse con el hoy con este signo o señal del tiempo, del kairos. Ahora es necesario consolidar con hechos la posible esperanza en el Hombre.
Porque el cristiano no tiene otro Dios que aquel que se ha encerrado en el tempo humano.
El sacramento del encuentro con Dios es el Hombre (Jesús) y todo hombre. Estemos alerta, el viene y se acerca desde cualquier lado y en el momento que no lo esperamos. Hay que prepararse para hacer el camino hacia la pobreza, hacia la desnudez, hacia la pequeñez y la humildad de Belén. El primer templo en el que Dios habita fue María; el segundo el establo. ¿Qué nos va a sorprender cuando aparezca de la forma más inesperada? ¿No es eso lo que sugiere el evangelio del primer domingo?

sábado, 20 de noviembre de 2010

Cómo lo veo, cómo los siento, cómo lo interpreto

No sé si era teoantropocósmico o cosmoteándrico o antropoteocósmico. Lo que entiendo cada vez más claro -aunque quizás más difícil de exponer sin contradicciones- es el papel central de lo humano en la concepción cristiano humanista de la religión, si es que la religión ha de constituir todavía una forma o una parte de la concepción relacional del hombre con el Misterio en el sentido más amplio personal o cósmico en que pueda concebirse ese Origen, Fuente, Trinidad, Misterio, Absoluto o Necesario…
A veces, desde la perspectiva en que trabajan las elites religiosas, no parece sino que Dios lo hace todo para su propia gloria, para su alabanza, escondiéndose tras esa concepción la idea de un Dios enamorado de sí mismo, necesitante de la gratitud, la alabanza, la adoración, la sumisión y, en definitiva, un Dios ególatra y vanidoso.
Por otra parte existe igualmente una concepción de Dios como un personaje absolutamente controlador de todo, manejador de los acontecimientos, dueño arbitrario de los procedimientos con que actúa o se mueve la realidad de la naturaleza. Un ser que permanece siempre por encima del bien y del mal. Pero que cualquier bien es motivo de agradecimiento o acción de gracias mientras que cualquier mal está concebido y consentido a la larga para que nos sirva como vehículo de corrección y perfeccionamiento.
Incluso un dios del favoritismo que cura a unos y a otros los abandona en su mal, o hace depender sus favores de la intensidad de las oraciones con que se le ruega que cambie el mal en bien. Lo más desconcertante es que pueda hacer saltar las leyes de la naturaleza, de la física, la química la biología o cualquier otra ciencia, mediante esa realidad llamada “milagro” que no debería pasar de ser la subjetiva apreciación positiva de un cambio en las condiciones favorables.
Una cosa es atribuir a cualquier acontecimiento penoso la posibilidad de que haga madurar al ser humano o robustecerlo en sus actitudes básicas ante la vida, y otra cosa bien distinta es atribuir a Dios el hecho de que los males nos son enviados por él para lograr esa misma madurez, y no más bien que nos suceden como algo inevitable y por tanto como algo que nos mantiene alerta para despertar en nosotros el espíritu de superación y de lucha, para fortalecernos y afianzarnos en convicciones firmes en relación con la eterna batalla por las migajas de felicidad que nos cabe esperar o conquistar en la vida, tantas veces hermosa y tantas veces ruin y miserable respecto de nuestras expectativas.
Acepto siempre la realidad espiritual y las diversas perspectivas desde las que cada uno ve, contempla o aprecia los acontecimientos cotidianos, pero me parece una extrapolación desconsiderada y excesiva –casi una aberración- meter a Dios o la voluntad de Dios en los acontecimientos como un hecho ontológico, y no más bien, como la valiosa apreciación personal con que se pueden valorar los acontecimientos de la vida, buscando, a través de la aceptación consentida, un valor para el propio devenir personal y para el grupo en que vivimos.
En un mundo en el que tiene tanto peso la miseria, el dolor, la injusticia, el egoísmo y la avaricia; en un mundo en el que las fuerzas de la naturaleza actúan como consecuencia de las leyes que inexorablemente las rigen; en un mundo de violencia consagrada por la presencia de grandes intereses, por las armas destructivas, etc. no tenemos derecho a inmiscuir a Dios caprichosamente como si manejara el mundo y a las personas como marionetas de un teatrillo al estilo de aquel de Maese Pedro.
Ni quito ni pongo, ni afirmo ni niego; pero invito a hacer una reflexión objetiva que nos ayude a todos a colocar ordenadamente cada realidad y cada pensamiento cargándolo de coherencia y tratando de mantener la armonía del universo sin interferencias artificiales o pseudo espirituales.
8 de agosto de 2010

jueves, 18 de noviembre de 2010

Lo que quedará de nosotros



Estamos todavía en el mes de difuntos, en el mes de los recuerdos tristes, en el mes en que la ausencia se nos vuelve una lágrina, en el mes en que reforzamos la increible esperanza en el más allá o la resurrección, en el mes en que el luto, en los cementerios, se viste con los colores de mil flores diferentes. Y aunque el escrito que inserto en el blog hoy es de agosto, viene muy a propósito hacia el final del mes de noviembre.

Un día quedará de nosotros
Una esquela agradecida
Colgada en un tablón;
Unas coronas florales
Marchitándose al sol,
Un cuerpo encerrado
Deshaciéndose en polvo
Y unas lágrimas cálidas
Enfriándose al paso del reloj.

Todavía correrá nuestro nombre
En papeles, en blogs
Y en las páginas web;
Todavía por un tiempo
se hablará de nosotros
con tonos, quizás, algo postizos
de añoranza.
Todavía habrá algunos
Cercanos admiradores,
Intentando montar un homenaje
O una notoria despedida.

Todavía por un tiempo,
Alguien hará memoria
De los versos, las palabras
O la pluma con la que defendimos
La verdad que defendíamos
Y el proyecto sin planos
Que intentamos levantar
con las pequeñas cosas.

Todavía dejaremos
un rastro de palabras y ruidos.
Pero sólo valdrá la pena
la huella que quedó,
sin apenas pisar,
en el corazón de alguien.
Aquella huella
atrapada en el recuerdo,
que al evocar el nombre,
despertará, acaso,
una lágrima dormida.

23 de agosto 2010

jueves, 4 de noviembre de 2010

Me hago muchas preguntas

¿Por qué sigue siendo preferible recurrir a lo invisible, antes de asumir una nueva forma de responsabilidad personal para entender la convivencia, la vida, los problemas, el dolor, la muerte…?
¿Realmente necesitamos de algo mágico-religioso para poder interpretar y vivir ordenadamente la vida?
Los hechos demuestran que todas las religiones que pregonan la salvación no están resultando tan útiles en la era de la globalidad. A veces, como es evidente, son una fuente nueva de conflictos y a veces conflictos de compleja solución.
En cualquier caso retrotraen al individuo a una interpretación exótica y a la percepción subjetiva de unas realidades cuya entidad es bastante inasequible, dudosa, y en consecuencia opinable y, con frecuencia, sólo nos vale para alienarnos en el sentido de volcar en un “otro” la responsabilidad, las respuestas y las soluciones a problemas y situaciones complicadas.
Frecuentemente se alude al momento actual de la posmodernidad y el nihilismo, del relativismo ético o de todo tipo como la fuente de los males que existen hoy y que son destructivos para la humanidad y para los seres humanos, especialmente los más desamparados.
Pero ¿es que ha habido, me pregunto, una época con la religión oficial del estado, o la cristiandad en su pleno apogeo, en que los males de la humanidad hayan sido menores? (Muertes, pestes, matanzas, guerras, violencia de todo género, avaricia, abismo entre ricos y pobres, hambrunas, terremotos, inundaciones, volcanes en erupción, explotación del hombre por el hombre…) A veces nuestra miopía es considerable. Y ¿cuántos conflictos existen en nuestro mundo que sean resultado de los desencuentros religiosos? ¿Cuándo los conflictos entre religiones no han ocultado unos intereses económicos, que le sirven de telón de fondo? Entre los cristianos hay varias ramas bastante semejantes , pero caminan en paralelo sin perspectivas de encontrarse. Y ¿Cuántas sectas también, grupúsculos predicando salvación sostenidos por “donativos” interesados de magnates del las finanzas, por ejemplo?
¿Cuántas facciones dentro del Islam mismo, radiales o no, pero cuyas diferencias se liquidan frecuentemente con matanzas y ataque a templos o mezquitas de los “adversarios”?
Hay que reconocer que la influencia de las religiones es mucha en orden a mantener cierto status, pero bastante poco eficientes en orden a mejorar en su conjunto la convivencia en el planeta.
La oración se sigue interpretando como una “solicitud”, o una instancia dirigida a alguien pidiendo algo exponiendo la situación y rogando una solución.
Si tras la oración hay solución, se despierta en nosotros un agradecimiento hacia esa realidad trascendental, y si no hay solución, encontramos en esa entelequia la consolación de la “paciencia”• la resignación o la aceptación de los hechos (desfavorables), como “voluntad divina”.
Y anoto todo esto pensando que quienes no están acostumbrados a plantearse críticamente nada, les parecerá blasfemo y aberrante el mero hecho de enunciar estos pensamientos. Y lo hago con el deseo de que se pierda el miedo a pensar cosas distintas de las que se plantean como el pensamiento único y ortodoxo, sin dar la menor cabida a opiniones que no tienen por qué considerarse destructivas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Sin miedo a la razón y repensando los caminos

Puede que para muchos sea difícil entender a la gente cristiana que está fuera de los templos o fuera de esa “ortodoxia doctrinal” que como afirman algunos es la que bendice el Papa.
Si hay una preocupación por la evangelización, es decir por dar una buena noticia a la gente de hoy, a la gente que se ha apeado de la liturgia y los sacramentos como una forma de escape hacia delante, o hacia atrás; a la gente que simplemente quiere percibir otros aires en las comunidades, menos cerradas en la celebración interna y poco cercanas a la problemática de la calle…
Si lo que va a seguir predicando como Evangelio la Jerarquía eclesial es la peregrinación a este o aquel santuario o “lugar santo” para ganar jubileos e indulgencias, creo que va a encontrar poco eco. Si para “progresar en el número de cristianos comprometidos se va a “exigir” que para esto y para lo otro pasen por el rito de la confirmación, no serán pocos los que pasen, Pero ¿Cuántos se van a quedar enamorados de lo que se ofrece hoy desde la Iglesia.
Que ahora se reúnan en Santiago o en Barcelona cientos y decenas o hasta cientos de miles de fieles, no es más que el seguimiento del mismo sistema de agrupamiento que siguen los partidos políticos para montar un macro mitin o un macroconcierto, subiendo afiliados en autocares o en trenes para hacer actos de multitudes, que den “imagen”. El seguimiento a Jesús no se demuestra en estas manifestaciones de papolatría o papodulía.
Quizás muchos no sepamos el camino pequeño por donde hay que ir, pero sabemos que uno es el Camino, y que para mí al menos el monopolio del seguimiento no lo tienen las iglesias (y ahora pluralizo).
Yo creo que lo evangélico está a la deriva en la cúspide de la Jerarquía que no desea perder poder (contra eso había una tentación de Cristo en el desierto).Ahora no se fía del Concilio Vaticano II porque se está perdiendo, lo mismo que en la sociedad, el espíritu de lucha mano a mano con la vida real, y sintiendo los gozos, las esperanzas, las alegría y el dolor de todos los seres humanos.
Sólo la iglesia militante, que está en las fronteras del dolor, de la injustita y del hambre de los seres humanos, entiende de verdad el mensaje de Jesús, Desde El vaticano el lugar hermenéutico está errado. Y hace falta, a veces, que la realidad lo sacuda para reaccionar, asumir una actitud humilde y caminar en otra dirección.
Todo el miedo a equivocarse lo pone la iglesia en los pasos adelante que tendría que arriesgarse a dar. Pero en el pasado y aun hoy sigue dando pasos equivocados que luego acaba comprendiendo que también ella estaba en el error. No hay más que leer los anatemas del Syllabus.