jueves, 30 de diciembre de 2010

Desahucios, desvergüenza e injusticia.



Lo sabemos, aunque no siempre se le da la publicidad en los medios, que la “justicia” (con minúscula y entre comillas) practica los desahucios por las denuncias presentadas por los insaciables bancos o cajas de ahorro, usando, eso sí, las caras de policías locales, policía judicial u oficiales subalternos de los juzgados para su ejecución.
Estamos en un país democrático y en un estado de derecho y todavía estas situaciones no tienen una salida justa, digna, respetuosa y humana.
Acaban de exponer en los telediarios de Canal Sur que una familia se ha librado a última hora del desahucio gracias a que un donante anónimo ha puesto los mil euros que le faltaban por pagar al Banco.
Alguien que tenga vergüenza me puede decir si una entidad bancaria o el estado subsidiariamente, no puede buscar recursos y medios legales para evitar este atropello a familias que generalmente no tienen posibilidad de buscar medios para saldar en un momento determinado su deuda con las entidades financieras; que, por cierto, a día de hoy son las privilegiadas de la crisis, mientras les estamos pagando sus juegos financieros de alto riesgo, con subidas de IVA, con impuestos indirectos y con los recortes sociales?... Es decir: todo a costa de las clases medias bajas.
No entenderé nunca esta medida del desahucio. Otra familia, también a fin de año ha podido reunir, gracias a donativos de vecinos, amigos y familiares los 4.000 euros sin los cuales iban a ser arrojado de su casa a la puta calle.
A mi me gustaría ver al propio juez que dicta la sentencia ir en persona a ejecutarla. A mí me gustaría que fuera el ministro de justicia, o el presidente del gobierno, o el director del banco que les concedió la hipoteca haciendo trampas, y que se vieran las caras con las victimas de sus decisiones, de sus leyes y de sus trapicheos… Y me gustaría que si tienen dos dedos de frente, se les cayera la cara de vergüenza de ir a despojar a una familia de un bien adquirido con dolor, sufrimiento y trabajo y que se les arrebata, cuando sólo les queda por pagar una verdadera miseria.
A esto hay que encontrarle una solución. Una vez más digo que sumnum ius, summa injuria. La exigencia legal sin misericordia no es justicia, es un atropello, y para la sociedad que lo tiene que aceptar, una prueba de debilidad y una vergüenza.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Espiritu navideño y Humanismo


Si el espíritu de la Navidad es algo, es la exaltación del Humanismo, la elevación a categoría de fiesta el entendimiento entre los seres humanos; es el reforzamiento de las actitudes de acogida y afecto a los más débiles en la sociedad; es, -mirado desde un punto de vista religioso cristiano- la elevación de la figura de un Ser humano, Jesús de Nazaret, que se eleva a la categoría de Hombre-Dios, y que pretende elevar al ser humano -hombre y mujer- a una categoría "divina" frente a la mediocridad de personajillos que nos invaden la vida y que se encumbran a categoría de amos, jefes y señores, haciéndose además, llamar bienhechores.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Comienza el adviento

Mañana comienza el adviento. y la llamada del evangelio significa que hay que tener los ojos bien abiertos, andar despiertos y vivos, porque en todo momento necesitamos estar preparados para descubrir que frente a cada persona y cada acontecimiento hay que reaccionar y comprometerse con el hoy con este signo o señal del tiempo, del kairos. Ahora es necesario consolidar con hechos la posible esperanza en el Hombre.
Porque el cristiano no tiene otro Dios que aquel que se ha encerrado en el tempo humano.
El sacramento del encuentro con Dios es el Hombre (Jesús) y todo hombre. Estemos alerta, el viene y se acerca desde cualquier lado y en el momento que no lo esperamos. Hay que prepararse para hacer el camino hacia la pobreza, hacia la desnudez, hacia la pequeñez y la humildad de Belén. El primer templo en el que Dios habita fue María; el segundo el establo. ¿Qué nos va a sorprender cuando aparezca de la forma más inesperada? ¿No es eso lo que sugiere el evangelio del primer domingo?

sábado, 20 de noviembre de 2010

Cómo lo veo, cómo los siento, cómo lo interpreto

No sé si era teoantropocósmico o cosmoteándrico o antropoteocósmico. Lo que entiendo cada vez más claro -aunque quizás más difícil de exponer sin contradicciones- es el papel central de lo humano en la concepción cristiano humanista de la religión, si es que la religión ha de constituir todavía una forma o una parte de la concepción relacional del hombre con el Misterio en el sentido más amplio personal o cósmico en que pueda concebirse ese Origen, Fuente, Trinidad, Misterio, Absoluto o Necesario…
A veces, desde la perspectiva en que trabajan las elites religiosas, no parece sino que Dios lo hace todo para su propia gloria, para su alabanza, escondiéndose tras esa concepción la idea de un Dios enamorado de sí mismo, necesitante de la gratitud, la alabanza, la adoración, la sumisión y, en definitiva, un Dios ególatra y vanidoso.
Por otra parte existe igualmente una concepción de Dios como un personaje absolutamente controlador de todo, manejador de los acontecimientos, dueño arbitrario de los procedimientos con que actúa o se mueve la realidad de la naturaleza. Un ser que permanece siempre por encima del bien y del mal. Pero que cualquier bien es motivo de agradecimiento o acción de gracias mientras que cualquier mal está concebido y consentido a la larga para que nos sirva como vehículo de corrección y perfeccionamiento.
Incluso un dios del favoritismo que cura a unos y a otros los abandona en su mal, o hace depender sus favores de la intensidad de las oraciones con que se le ruega que cambie el mal en bien. Lo más desconcertante es que pueda hacer saltar las leyes de la naturaleza, de la física, la química la biología o cualquier otra ciencia, mediante esa realidad llamada “milagro” que no debería pasar de ser la subjetiva apreciación positiva de un cambio en las condiciones favorables.
Una cosa es atribuir a cualquier acontecimiento penoso la posibilidad de que haga madurar al ser humano o robustecerlo en sus actitudes básicas ante la vida, y otra cosa bien distinta es atribuir a Dios el hecho de que los males nos son enviados por él para lograr esa misma madurez, y no más bien que nos suceden como algo inevitable y por tanto como algo que nos mantiene alerta para despertar en nosotros el espíritu de superación y de lucha, para fortalecernos y afianzarnos en convicciones firmes en relación con la eterna batalla por las migajas de felicidad que nos cabe esperar o conquistar en la vida, tantas veces hermosa y tantas veces ruin y miserable respecto de nuestras expectativas.
Acepto siempre la realidad espiritual y las diversas perspectivas desde las que cada uno ve, contempla o aprecia los acontecimientos cotidianos, pero me parece una extrapolación desconsiderada y excesiva –casi una aberración- meter a Dios o la voluntad de Dios en los acontecimientos como un hecho ontológico, y no más bien, como la valiosa apreciación personal con que se pueden valorar los acontecimientos de la vida, buscando, a través de la aceptación consentida, un valor para el propio devenir personal y para el grupo en que vivimos.
En un mundo en el que tiene tanto peso la miseria, el dolor, la injusticia, el egoísmo y la avaricia; en un mundo en el que las fuerzas de la naturaleza actúan como consecuencia de las leyes que inexorablemente las rigen; en un mundo de violencia consagrada por la presencia de grandes intereses, por las armas destructivas, etc. no tenemos derecho a inmiscuir a Dios caprichosamente como si manejara el mundo y a las personas como marionetas de un teatrillo al estilo de aquel de Maese Pedro.
Ni quito ni pongo, ni afirmo ni niego; pero invito a hacer una reflexión objetiva que nos ayude a todos a colocar ordenadamente cada realidad y cada pensamiento cargándolo de coherencia y tratando de mantener la armonía del universo sin interferencias artificiales o pseudo espirituales.
8 de agosto de 2010

jueves, 18 de noviembre de 2010

Lo que quedará de nosotros



Estamos todavía en el mes de difuntos, en el mes de los recuerdos tristes, en el mes en que la ausencia se nos vuelve una lágrina, en el mes en que reforzamos la increible esperanza en el más allá o la resurrección, en el mes en que el luto, en los cementerios, se viste con los colores de mil flores diferentes. Y aunque el escrito que inserto en el blog hoy es de agosto, viene muy a propósito hacia el final del mes de noviembre.

Un día quedará de nosotros
Una esquela agradecida
Colgada en un tablón;
Unas coronas florales
Marchitándose al sol,
Un cuerpo encerrado
Deshaciéndose en polvo
Y unas lágrimas cálidas
Enfriándose al paso del reloj.

Todavía correrá nuestro nombre
En papeles, en blogs
Y en las páginas web;
Todavía por un tiempo
se hablará de nosotros
con tonos, quizás, algo postizos
de añoranza.
Todavía habrá algunos
Cercanos admiradores,
Intentando montar un homenaje
O una notoria despedida.

Todavía por un tiempo,
Alguien hará memoria
De los versos, las palabras
O la pluma con la que defendimos
La verdad que defendíamos
Y el proyecto sin planos
Que intentamos levantar
con las pequeñas cosas.

Todavía dejaremos
un rastro de palabras y ruidos.
Pero sólo valdrá la pena
la huella que quedó,
sin apenas pisar,
en el corazón de alguien.
Aquella huella
atrapada en el recuerdo,
que al evocar el nombre,
despertará, acaso,
una lágrima dormida.

23 de agosto 2010

jueves, 4 de noviembre de 2010

Me hago muchas preguntas

¿Por qué sigue siendo preferible recurrir a lo invisible, antes de asumir una nueva forma de responsabilidad personal para entender la convivencia, la vida, los problemas, el dolor, la muerte…?
¿Realmente necesitamos de algo mágico-religioso para poder interpretar y vivir ordenadamente la vida?
Los hechos demuestran que todas las religiones que pregonan la salvación no están resultando tan útiles en la era de la globalidad. A veces, como es evidente, son una fuente nueva de conflictos y a veces conflictos de compleja solución.
En cualquier caso retrotraen al individuo a una interpretación exótica y a la percepción subjetiva de unas realidades cuya entidad es bastante inasequible, dudosa, y en consecuencia opinable y, con frecuencia, sólo nos vale para alienarnos en el sentido de volcar en un “otro” la responsabilidad, las respuestas y las soluciones a problemas y situaciones complicadas.
Frecuentemente se alude al momento actual de la posmodernidad y el nihilismo, del relativismo ético o de todo tipo como la fuente de los males que existen hoy y que son destructivos para la humanidad y para los seres humanos, especialmente los más desamparados.
Pero ¿es que ha habido, me pregunto, una época con la religión oficial del estado, o la cristiandad en su pleno apogeo, en que los males de la humanidad hayan sido menores? (Muertes, pestes, matanzas, guerras, violencia de todo género, avaricia, abismo entre ricos y pobres, hambrunas, terremotos, inundaciones, volcanes en erupción, explotación del hombre por el hombre…) A veces nuestra miopía es considerable. Y ¿cuántos conflictos existen en nuestro mundo que sean resultado de los desencuentros religiosos? ¿Cuándo los conflictos entre religiones no han ocultado unos intereses económicos, que le sirven de telón de fondo? Entre los cristianos hay varias ramas bastante semejantes , pero caminan en paralelo sin perspectivas de encontrarse. Y ¿Cuántas sectas también, grupúsculos predicando salvación sostenidos por “donativos” interesados de magnates del las finanzas, por ejemplo?
¿Cuántas facciones dentro del Islam mismo, radiales o no, pero cuyas diferencias se liquidan frecuentemente con matanzas y ataque a templos o mezquitas de los “adversarios”?
Hay que reconocer que la influencia de las religiones es mucha en orden a mantener cierto status, pero bastante poco eficientes en orden a mejorar en su conjunto la convivencia en el planeta.
La oración se sigue interpretando como una “solicitud”, o una instancia dirigida a alguien pidiendo algo exponiendo la situación y rogando una solución.
Si tras la oración hay solución, se despierta en nosotros un agradecimiento hacia esa realidad trascendental, y si no hay solución, encontramos en esa entelequia la consolación de la “paciencia”• la resignación o la aceptación de los hechos (desfavorables), como “voluntad divina”.
Y anoto todo esto pensando que quienes no están acostumbrados a plantearse críticamente nada, les parecerá blasfemo y aberrante el mero hecho de enunciar estos pensamientos. Y lo hago con el deseo de que se pierda el miedo a pensar cosas distintas de las que se plantean como el pensamiento único y ortodoxo, sin dar la menor cabida a opiniones que no tienen por qué considerarse destructivas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Sin miedo a la razón y repensando los caminos

Puede que para muchos sea difícil entender a la gente cristiana que está fuera de los templos o fuera de esa “ortodoxia doctrinal” que como afirman algunos es la que bendice el Papa.
Si hay una preocupación por la evangelización, es decir por dar una buena noticia a la gente de hoy, a la gente que se ha apeado de la liturgia y los sacramentos como una forma de escape hacia delante, o hacia atrás; a la gente que simplemente quiere percibir otros aires en las comunidades, menos cerradas en la celebración interna y poco cercanas a la problemática de la calle…
Si lo que va a seguir predicando como Evangelio la Jerarquía eclesial es la peregrinación a este o aquel santuario o “lugar santo” para ganar jubileos e indulgencias, creo que va a encontrar poco eco. Si para “progresar en el número de cristianos comprometidos se va a “exigir” que para esto y para lo otro pasen por el rito de la confirmación, no serán pocos los que pasen, Pero ¿Cuántos se van a quedar enamorados de lo que se ofrece hoy desde la Iglesia.
Que ahora se reúnan en Santiago o en Barcelona cientos y decenas o hasta cientos de miles de fieles, no es más que el seguimiento del mismo sistema de agrupamiento que siguen los partidos políticos para montar un macro mitin o un macroconcierto, subiendo afiliados en autocares o en trenes para hacer actos de multitudes, que den “imagen”. El seguimiento a Jesús no se demuestra en estas manifestaciones de papolatría o papodulía.
Quizás muchos no sepamos el camino pequeño por donde hay que ir, pero sabemos que uno es el Camino, y que para mí al menos el monopolio del seguimiento no lo tienen las iglesias (y ahora pluralizo).
Yo creo que lo evangélico está a la deriva en la cúspide de la Jerarquía que no desea perder poder (contra eso había una tentación de Cristo en el desierto).Ahora no se fía del Concilio Vaticano II porque se está perdiendo, lo mismo que en la sociedad, el espíritu de lucha mano a mano con la vida real, y sintiendo los gozos, las esperanzas, las alegría y el dolor de todos los seres humanos.
Sólo la iglesia militante, que está en las fronteras del dolor, de la injustita y del hambre de los seres humanos, entiende de verdad el mensaje de Jesús, Desde El vaticano el lugar hermenéutico está errado. Y hace falta, a veces, que la realidad lo sacuda para reaccionar, asumir una actitud humilde y caminar en otra dirección.
Todo el miedo a equivocarse lo pone la iglesia en los pasos adelante que tendría que arriesgarse a dar. Pero en el pasado y aun hoy sigue dando pasos equivocados que luego acaba comprendiendo que también ella estaba en el error. No hay más que leer los anatemas del Syllabus.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Pensemos en el Sáhara por los que no piensan

Vergonzante, cobarde, miserable, servil y condescendiente. Esos son algunos de los adjetivos que se merece nuetro gobierno en su relación con Marruecos, por su silencio cómplice en el asunto del Sáhara, en el asunto de Ceuta y Melilla, en el asunto de los convenios comerciales con Europa... Pero la causa saharahi se mantine viva gracias a los innominados ciudadanos.
Os invito a leer en el enlace que sigue unas consideraciones de la periodista Yolanda Sobero sobre el tema del Sáhar. Hasbrá que superar el pesimismo.

http://www.webislam.com/?idt=17578

domingo, 24 de octubre de 2010

Heroísmo y cotidianidad

Nos sorprenden siempre los actos heroicos. Nos deslumbran por un momento o por unos días las acciones que una o varias personas pueden llevar a cabo superando situaciones verdaderamente duras y difíciles, arriesgadas y al filo de lo imposible.
Dos acontecimientos se me han venido a la mente: uno el del profesor Neira, héroe de un momento en que su reacción fue defender a una mujer y eso, precisamente porque trajo graves consecuencias para él mismo que estuvo ingresado y gravísimo en un hospital a consecuencia de su acto heroico.
Pero si hoy abres el buscador de Internet puedes encontrarte que tras su exaltación, este hombre, sin duda de reacciones éticas positivas, se ve calificado con los títulos de borracho, expulsado de la universidad, relacionado con la alcoholemia, facha o resentido, etc. etc.
Y es cierto que un momento puede volvernos héroes, y otro momento nos puede convertir en villanos, porque no estamos hechos de acero inoxidable, sino de carne y hueso y nuestras bondades y valentías corren parejas y nos acompañan junto con la maldad o la malicia, junto a la cobardía y el miedo. No son cosas separables. En nosotros conviven la gloria y la miseria, el orgullo y la humildad, la ternura y la agresividad. Las circunstancias nos ponen a veces en situación de tal manera que instintivamente y de golpe saltan a la primera fila en momentos decisivos, e, inopinadamente, nuestro valor y nuestra capacidad de reacción o resistencia ocupan un primer plano en nuestra acción.
Pero, como los golpes o las heridas cuando nos enfriamos, la vida nos vuelve a doler y nuestras flaquezas se muestran evidentes. El heroísmo es como un estado transitorio o de “tránsito” místico, que cuando nos devuelve a lo cotidiano y nos coloca en el lugar humilde del que partimos, vuelve a cantar toda nuestra estrechez de miras o nuestra parte más flaca… Simplemente nos descubre humanos. (Nihil humani a me alienum puto, dicen que dijo Terencio).
Y el otro caso es el reciente de los 33 héroes nacionales chilenos, más que héroes, víctimas de la inseguridad en el trabajo y de la avaricia de los dueños de la mina.. (No hay que gastarse tanto dinero en proteger la vida de unos hombres, serían gastos de producción innecesarios, dirán los patronos).
Durante muchos días se ha mantenido la tensión y la esperanza para sacar a los mineros de esa sepultura, donde su heroísmo de no perder la calma, la esperanza y el sentido común sí que ha supuesto un ejemplo de capacidad de supervivencia más que envidiable.
Tras esa exuberancia de medios, recursos, publicidad y prestigios nacionales, la vida de estos 33 hombres, la de sus familias, la de los mineros que quedaron fuera del desastre, posiblemente perderá de aquí a poco todos los tintes de heroísmo para convertirse en una rutina de pobreza y hasta de paro, dada la reticencias de la Empresas propietarias a seguir los protocolos de la OIT para la seguridad en la minas de galería.
En la misma región de Atacama en donde se sitúa la mina, y donde existen más de quince minas que no tienen mejores condiciones de seguridad y apuntalamiento que la que se hundió, la vida recobrará su normalidad que es la de los explotados de siempre, toda una vida de dolor…¿Para un minuto de gloria?

sábado, 9 de octubre de 2010

John Lennon y la decadencia del compromiso.

El futuro no es lo que era

Ya nadie quiere señalarse, arriesgar, meterse en camisa de once varas. Ya es difícil encontrar quien lo dé todo por nada. Ya no se ven esos compromisos nobles mediante los cuales no se conquistaban nada más que disgustos y dolores de cabeza, algún palo de la policía y el desprecio más notorio de los de “arriba”.
Tengo la edad que tendría John Lennon. He vivido muchos años y muchos momentos luminosos de nuestra historia reciente, al tiempo que he mantenido los ojos abiertos a las sombras que en ese mismo tiempo nos han visitado.
Pero hoy veo muy empobrecida a nuestra sociedad. La veo conformista, condescendiente, acomodada, dolorosamente sumisa a las consignas que proceden del sistema.
Las estructuras jerárquicas siguen teniendo más peso que la libertad. La actitud de sometimiento no sólo existe en la dogmática de las Iglesias, también en las directrices de arriba de los partidos políticos. Todos los diferentes, los disidentes, los disconformes acaban formando una piña abigarrada y cerrada, quizás vacía de fruto, pero expresiva de la sumisión de la libertad personal a los intereses bastardos de los sistemas.
Todo esto venía a propósito de John Lennon, que cumpliría ahora setenta años.
Es verdad que nuestro cuerpo se deteriora día a día, que envejecemos, “nos vamos poniendo viejos” (decía Serrat), pero el espíritu no debe achicarse, arrugarse y doblegarse con el deterioro del cuerpo. Y hay que seguir proclamando de alguna manera una terrible verdad: Seguimos viviendo bajo el imperio de la mentira y de las medias verdades… Y todo lo que nos comunican los medios nos llega ya mediatizado, filtrado y cernido para que nos haga demasiado daño. Tienen que seguir cuidando nuestra debilidad y nuestra flaqueza.
Si tomáramos el poder, -decía John Lennon- tendríamos la tarea de limpiarlo de burguesía y de mantener a la gente en un estado mental revolucionario.
Pero las mentes están medio apagadas
Paco

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Muertes y maravillas.

Con este título, el poeta Rafael Adolfo Téllez publicó su penúltima colección de poemas. Este profesor de Lengua y Literatura en el Instituto de Cañada Rosal (Sevilla), escribe desde hace mucho tiempo y sus publicaciones son altamente valoradas en los ámbitos especializados. Yo me acerco a este librito con el respeto y el temor de no ser un experto en la materia, pero puede que esa perspectiva me permita mayor libertad para expresar lo que siento ante sus poemas.

Os escribo mis sueños y os cuento mis pesadillas. Ese parece ser el propósito de este bellísimo poemario de Rafael Adolfo Téllez.
A Rafael siempre le ha encantado regalarnos un puñado pequeño de poemas, libros breves; libros, sin embargo, llenos de hondura y de ternura y habitados por los fantasmas y la magia.
Hay algo del Juan Rulfo de Pedro Páramo en los versos, hay algo de realismo mágico y de magia realista en la mirada poética de Rafael. Hay unas decenas de palabras que van y vienen que se marchan por un camino antiguo y regresan de nuevo en el adviento de cualquier amanecer. Son palabras que definieron y aún definen al poeta de “Si no regresas junto al portón oscuro”, “Quienes rondan la niebla” o de aquella antología breve “La hora infinita” que publicó la Asociación Cultural Ramón de Beña
Un muro, semejante a las oscuras paredes de una rupestre cueva antigua, recoge la historia escrita de los hombres; allí quedaron plasmados al resplandor del sol del mediodía, los recuerdos, los dolores, las lágrimas, los gozos compartidos. Sentados a su sombra en los atardeceres; desde el muro se escuchaban los murmullos perdidos de las conversaciones de otros tiempos; allí, escondiéndose tras él, se nos acercó también la vieja muerte sorprendente y fugitiva arrebatando sueños y segando, bajo los pies, la hierba que crecía ilusionada al alba.
El umbral, semejante a un portón antiguo, cargado de cerrojos, es también el simple hueco por donde se cruza de un lado al otro del muro, del acá al allá, de la casa a la calle de la vida a la muerte. El umbral es el sitio sorprendente en el que nace la libertad, si lo traspasas, y el portón, cerrado con el potro, de la cárcel o del infierno, jamás se sabe.
Pararse en el umbral es como situarse en la vida en el lugar justo para contemplarla, para observarla, para verla pasar como un fantasma, como un sueño, como una tormenta desde que cae desganada la llovizna suave, hasta que, poco a poco, se convierte en aguacero atronador e iluminado. Para luego, junto al charco o al arroyo humedecidos en su lecho, dejar oír el croar de las ranas y el murmullo del agua caminando sobre los guijarros.
Ese adjetivo antiguo lo remonta a veces al anteayer de los abuelos, a los momentos originales de la vida, o simplemente a una noche o amanecer perdidos entre los tiempos imprecisos.
La poesía de Rafael Adolfo Téllez se desenvuelve entre el otoño y el invierno, donde los colores se tornan habitualmente más grises y donde habitan la decadencia, la vejez y la muerte.
Sus luces son las del candil o la candela, las del rayo inicial de la alborada, las del atardecer que alarga las sombras sobre el muro o sobre la hierba. Rara vez el cielo está límpido azul o diáfano, alguna nube gris, alguna niebla lo cruza o lo matiza para que no ciegue o deslumbre su desbordante luz.
La calle, vinculada a la aldea, encontrada a un paso del umbral, es ancha o estrecha, corta o larga, como un símbolo de la vida, de todas las vidas. La calle, celosa ha guardado todos los ruidos de los carruajes, las pisadas de los caballos, los pasos humanos, ha grabado con celo las palabras compartidas y el murmullo suave de los enamorados en la reja o la murmuración brotada del odio o la mentira. La calle es el testigo de los tiempos. De alguna manera ha recogido en los espejos de sus puertas y ventanas la película de las vidas que trascurrieron calle arriba calle abajo, pues cuando salimos de la casa siempre hemos de regresar de nuevo junto al portón oscuro. La calle, finalmente tiene grabadas las huellas de todas las pisadas, las que se posaron suaves y apenas sin ruido y las que se marcaron precipitadas en la huida.
¿Cómo continuar sin hablar del cementerio, de las sombras, de los muertos, los fantasmas, la chimenea apagada, la guadaña. (de niño, yo enterré tu guadaña, escribe)…
La lluvia, el viento, la niebla, la puesta del sol, la luz y la sombra, la umbría, forman parte continuamente del paisaje que dibuja en sus versos-
En fin, Rafael Adolfo Téllez Flores es un verdadero maestro de la poesía: pule limpia, perfila, matiza sus palabras, su lenguaje, sus versos, hasta hacerlos reverberar con una fuerza y un verismo incapaz de ocultar la profundidad de su alma, el sentir de su corazón, la complejidad de la vida interior de los humanos y su propia experiencia tan llena de luces y de sombras, de esperanza siempre matizada por algún peso abrumador, pero alzándose permanentemente entre los fantasmas de un pasado que se empeñan en hacerse presentes en cada palabra de sus versos.
Paco López de Ahumada. 21 de agosto de 2010..

La mosca en la oreja. Melilla

Quien no te conozca que te compre, decía el viejo refrán. Para mí, que al parecer soy mal pensado, que se está poniendo en marcha subrepticiamente una de esas campañas que de cuando en cuando sacan la cabeza del agujero, promovidas por el mismísimo rey de Marruecos. Son los prolegómenos de una marcha verde o amarilla que pretende anexionarse lo que cree que es suyo como ya hizo de una manera tan descarada, y mediante la sutil estrategia de invadir con mujeres y niños (y no con el ejército, que iba de retaguardia) los territorios que fueran colonia española de Sahara Occidental.Ahora la estrategia es echar por delante a asociaciones –no sabemos si creadas ad hoc- para generar bloqueos sistemáticos y aleatorios de los pasos fronterizos en Melilla, (mañana será Ceuta también, por qué no), con la excusa –cuyos fundamentos son discutibles por lo menos-, de que existen malos tratos por parte de los policías que controlan y regulan el paso fronterizo entre España y Marruecos.Quizás la percepción de mal trato que puedan tener subjetivamente los marroquíes en la frontera sea razonable o tenga algún fundamento, pero está claro que no ha habido por parte del gobierno marroquí una sola palabra acerca del comportamiento de esta policía ni de los supuestos miembros de asociaciones marroquíes que se concentran en la frontera y dejan en tierra de nadie elementos de difamación y –curiosamente- ataques a la policía femenina española.La evidencia geográfica de la ubicación de nuestras ciudades africanas deja a las claras que forman parte de una región o territorio, pero no necesariamente de un estado concreto. Las situaciones que se producen como consecuencia de factores históricos no son a veces fáciles de “enmendar” o rectificar. El disparate montado con la entrega de un territorio en tierras palestinas a los Israelitas para que tengan un estado geográficamente localizado ya fue –entiendo yo- un craso error, pero necesario dado el poder (sumergido) de las comunidades judías y su apoyo contra Hitler y dada la situación de injusticia y holocausto perpetrada por los nazis contra el pueblo judío, aunque no exclusivamente contra él.En cualquier caso lo que haya que resolverse, habrá que hacerlo por vías diplomáticas, por vía de diálogo y negociaciones aunque el resultado sea en tablas, como se mantiene hasta el día de hoy –y entiendo que por mucho tiempo- la colonia “autónoma” de Gibraltar.Pero yo no me engañaría con la estrategia de Marruecos, ni estaría muy seguro de los resultados de la visita que hará el Ministro de Interior español de aquí a pocos días a Marruecos. Se templarán gaitas y se harán comunicados de prensa por ambas partes, las relaciones de declararán de nuevo excelentes aun a sabiendas de que –si bien hay que respetar el deseo de prosperidad de Marruecos y sus intentos de economía ascendente- España no puede vivir chantajeada continuamente por estas insinuantes amenazas sobre la pretensión anexionista de Maruecos sobre las ciudades del norte de África españolas.Con el tiempo habrá que encontrar una solución justa, pero no podemos seguir en la tesitura del que “contri más, más”… que imagino todo el mundo conoce cómo concluye el dicho. Pues eso17 de agosto de 2010.

domingo, 18 de julio de 2010

Silencio

Es una asignatura pendiente de la que tendríamos mucho que aprender. Es la concepción de un espacio interestelar en el que no hay palabras, no hay ruidos, no hay motores, no hay gritos, no hay música estridente…
Pero en realidad tampoco es eso. Ese silencio absoluto muchos lo refieren a la divinidad. Pero el silencio no es el rey de nuestra vida –bien es verdad que somos seres sociales y necesitamos un medio de comunicación.
Lo triste es que estamos atiborrados de palabras, tenemos la mente ensordecida por el ruido de los automóviles, de las máquinas que perforan las calles, de las hormigoneras que preparan la argamasa `para las obras, de la música que pasa sonando estridente desde el coche del chaval que padece –cada día más- hipoacusia…
A mi me impactan particularmente la sobreabundancia de palabrería en el campo de la política, donde las palabras, palabras y más palabras acaban descubriéndote que tras ellas se encierra con frecuencia la gran mentira y la gran falacia con la que se torea al enemigo y se gana los “olés” de los correligionarios políticos… Y ¡poco más!
A mi me impacta que toda la lucha de los trabajadores por su dignidad o las condiciones adecuadas de su trabajo, o los salarios justos que se reivindican; o la lucha de cualquier tipo de reivindicación, no tengan otro espacio que la calle ataviados con silbatos, gritos, eslogan… O esto no es sino la muestra más significativa de la sordera aguda de quienes tienen que escuchar en el sosegado diálogo de las mesas de negociación.
A mi me impacta igualmente que en contraste con el Gran Silencio de Dios (cuyo silencio por primera vez se rompió con un lenguaje imperativo en no sabemos qué idioma, cuando dijo –según aclaran nuestras escrituras sagradas: “Hágase la Luz”), las iglesias y las religiones en general hayan construido un mensaje tan rocambolesco y tan lleno de palabrería, tan dogmático y tan osado, que generalmente acaban diciendo ellos mismos la palabras que Dios tembló al decir o que no dijo jamás pero que se atreven a pronunciar con indecible infalibilidad sus santones en la tierra, sean Imanes, Patriarcas, Lamas, Obispos o Papas.
No debería dejar pasar otro desbordamiento del ruido sobre el silencio. El triunfo de la Selección española de fútbol en su efusiva celebración ha ido más allá de todo lo concebible. No espera uno, (que tantas veces aguarda la solidaridad de muchos en causas que merecen mucho la pena o en señalarse ente situaciones en que hay que defender la justicia, o en momentos decisivos de participación ciudadana en los problemas comunes a todos…) que haya un tal entusiasmo, un tal desgaste de recursos, una exaltación social tan desproporcionado, tanta diversidad de personas, sexos y edades en esa marea, incluso superior a las convocatoria que se hacen para reivindicar la paz, la justicia o la solidaridad con las víctimas de un atentado, etc.
En fin, silencio… Ya creo haberme excedido en las palabras, pero ruego las lean sosegadamente, sin el sonido o la imagen de la tele al fondo, sin la radio puesta, sin que otros asuntos remoloneen por la mente, bajos en significado, dejando que el silencio se convierta en el espacio en el que nacen –sin dolores de parto- los pensamientos y las reflexiones que tanto necesitamos.
Sinceramente, creo que nos rodea el ruido y la vana palabrería. Creo que el ruido, convertido en el medio habitual en que nos movemos, está provocando esa paulatina sordera al suave susurro que podría nacer del fondo de nuestro corazón o de la palabra amable, o incluso a aquello que nos llega sin sonido: una mirada, una caricia, un apretón de manos, un beso, que tantas veces dicen mucho más que una sola palabra.
Agradezco la inspiración para este texto a la reseña del libro “Viaje al silencio” de Sara Maitland; ya he hecho la intención de comprarmelo y leerlo.

Divino y Humano.A mi me gustaría que el Dios de las religiones fuera más humano

Una de las obras del recién fallecido intelectual egipcio Abu Zayd, empeñado en la modernización del Islam, es Repensando el Corán: hacia una hermenéutica humanista
La perspectiva desde la que por mi parte miro el cristianismo, sus libros y sus dogmas no es otra que la perspectiva humanista, de la que no podemos alejarnos, recordando una y otra vez que el objeto de la religión no es Dios sino el hombre, su futuro, su salvación, su esperanza, su destino. Ni tampoco podemos olvidar que lo central del cristianismo es precisamente el misterio de la encarnación o humanización de nuestro Dios, pues en Jesús se nos hace visible la nobleza humana de Dios, y se convierte así en la imagen visible del Dios invisible.
Juan José Tamayo en el artículo In memoriam que le dedica a Abu Zayd el día 11 de julio en El País, destaca que este intelectual egipcio “entiende el Corán no como un texto muerto, congelado en el tiempo y objeto de citas para justificar posturas conservadoras o liberales, sino como fenómeno vivo, discurso abierto, etc.”

De la misma manera he pensado siempre de los textos bíblicos y del Nuevo Testamente en que se fundamenta nuestro percepción religiosa del movimiento de Jesús, puesto de manifiesto en los cuatro evangelios escritos del canon.Yo me pregunto, por atender a una realidad actual ¿cómo se puede creer en un dios tan salvaje que manda y ordena la lapidación de una mujer por mala que ésta sea… o que puede parecerle hermoso que un fiel cargado de explosivos ocultos se inmole para alcanzar el cielo destruyendo a un montón de personas que en lugar de suníes por ejemplo, son chiís.
Cómo podía Dios ser tan brutal y desconsiderado para ordenar la mutilación de la mano de un niño por robar en un mercado (seguramente, además, por pura necesidad) o para mandar a la hoguera a los disidentes por muy recalcitrantes que estos fueran. O ¿cuáles eran las bases para considerar a una mujer bruja y cuáles las razones teológicas para condenarla también a la hoguera. ¿Cómo pueden entenderse las luchas habidas entre creyentes por motivos de opinión hasta el punto de desencadenar guerras y asesinatos como la de los hugonotes en Francia y tantísimas otras guerras de religión como en Irlanda y actualmente en medio mundo ente religiones distintas o entre facciones distintas de una misma religión?
Yo propugnaría, no la descalificación general de los libros sagrados, sino una nueva interpretación de esos textos, mirándolos a una nueva luz y dejando al margen, incluso, aquello que es menos que humano por considerarlo desde nuestra pobre y elemental condición de seres con sentido común, indigno totalmente de un Dios.
¿Cómo pudimos en la primer época del cristianismo darnos cuenta de las aberraciones que encerraba la mitología griega y romana y aquellas absurdas teogonías de Hesíodo, y no somos capaces de hacer un juicio sensato sobre las aberraciones que se desprenden de algunos aspectos de la historia de Israel, o de nuestra propia interpretación de los textos no judíos, sino ya neotestamentarios y del mismo evangelio?
Por qué no somos más exigentes en realizar un análisis y un estudio más abierto y claro a propósito del sentido “revelador” de los textos y de qué modo o manera se pueden considerar como palabra literal de Dios?
Me deja tembloroso y lleno de miedo la alegre interpretación apodíctica y el atrevimiento de infalibilidad con que se cierran a cal y canto los dogmas cristianos y las palabras de los papas, como afirmaciones no sometidas a nuevas interpretaciones sino consolidadas y monograníticas. Y ¡Ay de aquel que se atreva a intentar releerlas contando con la sindéresis de la razón o el llamado “sentido común”.
Entre otras cosas se han proclamado dogmas que seguramente eran absolutamente innecesarios, siendo así que algo tan fundamental como el mandamiento del amor no es un dogma y si lo es, por poner un ejemplo, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo o la Infalibilidad del papa, cosas ambas que necesitarían todo un rocambolesco análisis de textos y tradiciones para encontrarle no sólo una razón sino un sentido desde el punto de vista evangélico. Claro que habiendo mitificado y divinizado a la madre de Jesús hasta extremos impensables, parece justificado aquello de San Bernardo –creo- “De Maria nunquam satis” . Y así claro, con tales axiomas, todo vale.
16 de julio. Fiesta de la Virgen del Carmen

domingo, 27 de junio de 2010

Creer en la esperanza. Adiós, José María.

De aquella colección El credo que ha dado sentido a mi vida conservo aún “Yo creo en la esperanza” de Díez Alegría, “Creo…” de José María Llanos, “¡Ay de mí si no evangelizare!” de un tercer José María, González Ruiz.
Pero hay una pequeña obra de Díez Alegría que la conservo, hecha ya casi una baraja; es aquella “Teología en broma y en serio” donde hacía un guiño a Dios quitándole aquella cara de acritud y mal genio con que la teología y sobre todo la teología moral nos dibujaba a nuestro Dios creador de ser humano.
Han pasado muchos años desde aquel libro y aquellos pensamientos relacionados con la teología del concilio Vaticano II. La edición que poseo es de 1975. No sé si José María Díez Alegría se ha marchado a la casa del Padre creyendo aún en la esperanza, por lo menos de tejas abajo.
Por mi parte diría algo de lo que dije de Saramago. Hombres así los necesita el mundo y en este caso hasta la Iglesia, que al parecer se está quedando sin los luchadores, porque después del Vaticano todo ha sido devaluar y devaluar, apagar y apagar, desilusionar una y otra vez a los fieles que piensan… Y estaremos de aquí a poco, echando de menos a estas figuras de peso que estuvieron encendiendo luces en el panorama todavía oscurantista y resistente de la Curia vaticana durante el Concilio Vaticano II y que además arriesgaron algo de sí mismos para abrir de par en par las puertas a al verdadera Luz.
Hoy se está abandonando una fe comprometida en el evangelio de Jesús por una comunidad en la que lo más primario es la aceptación teórica de verdades y afirmaciones y donde lo cultual y lo sacramental adquieren un cariz de absoluto.
El cristianismo no es una creencia sino una existencia, no es un pensar sino un vivir, no es una teoría sino una praxis. Y no otra praxis que la de Jesús plasmada en las bienaventuranzas y el sermón de la montaña sobre todo.
Gracias, Díez Alegría por tu testimonio, tu entrega y tu luz. Con ésta última hemos alumbrado el camino no pocos amigos, compañeros y seguidores del Maestro.
A pesar de todo también yo sigo creyendo en la esperanza.

lunes, 21 de junio de 2010

Saramago: Nada menos que todo un hombre

Como no me he leído más que una parte insignificante de su obra, no puedo hablar demasiado de su literatura; como no le conocía personalmente ni hago viajes a los santuarios personales de las letras, tampoco puedo referirme a él con detalles de amistad o relación personal.
A este tipo de personas lo definió muy bien, hace poco en su columna, Manuel Vicent como “gente con clase” gente que destaca en medio de una lamentable mediocridad general, gente que sobresale, no por el dinero, el poder o la fama, sino por la enorme estatura de su condición humana y su prestigio, coherencia y autoridad personal.
Lo que siempre me ha llamado la atención tanto en sus intervenciones públicas como en lo que he leído en breves artículos suyos y entrevistas, es la profundidad de un ser humano comprometido con las causa del hombre, con la causa de la paz, con la causa de la justicia; crítico tanto con el sistema económico como el político. Y con la religión, que siempre entendió que hacía un análisis parcial y sesgado de sus fundamentos, y que había perdido en parte el horizonte humano de su sentido.
Comparto con él esa perspectiva crítica, en el sentido tan evidente y claro con que hablaba Raimon Panikkar, quien por una parte afirmaba que el auténtico pensamiento no sigue los caminos, sino que los crea, lo cual, en cierto modo, destruye la ortodoxia como una clave para elaborar los pensamientos. Saramago fue maestro en este sentido, tanto en la creación literaria como en la elaboración del pensamiento crítico.
Pero por otra parte, R. Panikkar, afirma que -hablando ahora en términos religiosos- el fin de toda revelación divina y el proyecto salvador de Dios tiene por objetivo al ser humano, al hombre. Toda la actividad “salvadora” de las religiones es la liberación y la salvación, la elevación, la iluminación y la felicidad del hombre.
Pero al parecer la tendencia de las “instituciones religiosas” consiste en el encumbramiento de Dios, al que parecen retratar como un ser ególatra, que espera la alabanza de todos, la adoración, la veneración y el sometimiento. Es evidente para otras personas que intentamos “percibir” los mensajes sin el cauce estrecho de la interpretación dogmatizada, acabamos intensificando la dimensión “humanista y humanitaria” de la religión por encima de las especulaciones dogmáticas sobre el Dios inaccesible.
En ese sentido me ha gustado siempre Saramago. Su preocupación es el ser humano, en todas las dimensiones en que hay que tratar de elevarlo hasta alcanzar su dignidad. De ahí su preocupación –como un comunista libre- por todas las tragedias que sufren los humanos y por todas las injustitas que el propio hombre perpetras, confirmando el viejo dicho de que el hombre es un lobo para el hombre.
Se nos ha ido una inteligencia preclara, un hombre honesto y referente ético en un planeta sembrado de hipocresía, de mentira y de corrupción; se nos ha ido un hombre comprometido social y políticamente, un hombre libre y un campeón también de la literatura.
Todo librepensador y todo pensador crítico encontrará sin duda rechazo, condena y desprecio de quienes se dejan conducir, se dejan manejar, y venden la inquietante libertad de pensamiento por una “tranquilidad de conciencia” para no complicarse la vida.
Adiós, José Saramago, el mundo se ha queda un poco más pobre desde este 19 de junio de 2010.

martes, 1 de junio de 2010

Las incomprensibles contemplaciones con Israel

Una tras otra, uno ve las actuaciones de Israel y su estrategia de destrucción del pueblo palestino, de manera que hay que pensar que tiene razón la autora norteamericana Susan George, quien en su libro “El pensamiento secuestrado” denuncia las posiciones de los neo-con y, a propósito de las religiones, y concretamente sobre Israel afirma que tiene un propósito final irrevocable: recuperar en toda su extensión “la tierra prometida” por Yaveh para el “pueblo elegido”.
No me cansaré de repetir una y mil veces que las religiones no pueden por menos de hacerse un auto-examen y una autocrítica respecto de la seguridad con la que dicen conocer los designios, los proyectos, la voluntad y las palabras de su dios. Esta aberración ha conducido a todas ellas en algún momento de su historia y (mutatis mutandis) en la actualidad, a llevar a cabo en nombre de su dios o su Dios, verdaderas tropelías antihumanas.
Y si algo debe significar, al menos para un creyente cristiano, la fe en Dios, no puede ser otra cosa que un verdadero servicio, y amor al ser humano no su rechazo, inmisericorde en nombre de una Ley (de la que –según san Pablo- ya fuimos liberados) para tener como pauta de vida una actitud de amor que arranca en la tolerancia, sigue en el respeto, continúa con la comprensión y acaba en el amor desinteresado y benevolente.

Y todo esto a propósito del acto de terrorismo de Israel contra la flotilla de la libertad, que al margen de otras consideraciones, no puede ni ser atacada en alta mar, donde Israel no tiene jurisdicción ni dentro de su jurisdicción puede hacerlo arbitrariamente y sin causa justificada.

Pero, como siempre, como tras aquella condena sobre el ataque –regalo de navidad- de Israel sobre Gaza con resultado de centenares de civiles muertos entre ellos unos trescientos niños, la comunidad internacional grita tres días y al cuarto se calla y se hunde en el más vergonzante de los silencios, y se abren investigaciones, y se estudian las condiciones del suceso y se…. Menos abrir las cajas negras de las sucias intenciones israelíes, pues nunca son analizadas.
Los embajadores dan una explicación llena de mentiras y falsos sentimientos de víctimas que ya está bien.
La gente ya ha dicho basta, pero ¿qué hace la comunidad internacional, los estados, la ONU, el Consejo de seguridad, dictando resoluciones que Israel se pasa –como se ha pasado todas las anteriores- por el forro de sus armas?

Son los verdaderos provocadores en estas situaciones y sin embargo nos quieren hacer ver todo lo contrario. Pero bueno, ¿estamos tontos?
¿Hasta cuando? El Estado español ya se encargó de limitar las posibilidades de ejercer la justicia global para otro caso con Israel.
Pero, por Dios y por todos los santos, ¿cuándo vamos a dejar de proteger a estos impresentables sionistas? ¿Cuando vamos a tener el valor de denunciarlos ante la corte internacional y que los lleven también a ellos como fueron llevados los autores del holocausto por crímenes contra la Humanidad? ¿Qué número de muertos, palestinos o no, habrá que poner sobre la mesa para que de una vez por todas, quien tenga que tomarla, tome una decisión ejemplarizante?
Siento rabia.
1 de junio de 2010

martes, 23 de febrero de 2010

Encubridores

Acabo de ver un vídeo sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos el año pasado en Gaza por esos miserables Sionistas, bombardeando indiscriminadamente, utilizando armas químicas prohibidas, masacrando a conciencia a un pueblo desarmado, salvo cuatro exaltados; (compárense más de 1.300 víctimas palestinas frente a menos de una decena entre los israelíes, eso lo dice todo).
Acabo de recordar que nuestro diligente gobierno modificó los términos de la ley de justicia universal para poder preservar de denuncia o imputaciones a los masacradores israelitas. Recuerdo también que la comunidad internacional, discutiendo los 25 (por decir algo) misiles caseros de Hamás, dejaba entrever su connivencia con la apisonadora israelí que fue perdonada incluso de haber bombardeado centros de Naciones Unidas, almacenes de alimentos, hospitales y haber arrebatado la vida a centenares de niños…
Lo peor de todo es que esa función de encubridores de crímenes de guerra de gente que son los victimarios de una persecución y de la cual hablan en términos de shoad (holocausto) no se dan cuenta que están repitiendo con el pueblo palestino la misma tragedia de la que los nazis los convirtieron a ellos en víctimas.
Todavía otra cosita más. Desde hace unos días se habla de “castigar” al juez Baltasar Garzón por el enorme atrevimiento de plantear hacer alguna justicia a las víctimas del franquismo, (que no dejó de ser una bomba con efectos retrasados desde el momento en que se quiso enterrar la historia baja la mesa de los padre de la constitución en la llamada transición ejemplar) y que, en parte, fue también una traición a la memoria y a los legítimos seguidores de la república.
Vale que en 1975 los tiempos eran demasiado complejos para ello, pero ahora nadie debería extrañarse de que se reivindique la memoria de víctimas de una dictadura que actuó con alevosía y zaña inauditas para acabar con los opositores a un sistema copia del más puro de los fascismos.
Como ya se decía en plan de chiste aquí todos somos iguales, pero hay unos más iguales que otros y esos al parecer siempre son los ¨”grandes”: Franco, Israel… o Estados Unidos cuando viene al caso.
Quizás convenga quitarse ya las caretas de tanta hipocresía y dar la verdadera cara por las verdaderas causas justas, caiga quien caiga.
La suspensión de Garzón sería la gota que colma el vaso… Aunque soy consciente de que no conozco los entresijos del asunto… Pero como todo es igual…

viernes, 19 de febrero de 2010

Fe inamovible

Escribía hace unos días Manuel Vicent, (El País, domingo 14 de febrero de 2010) en su columna La niebla que los españoles funcionamos al parecer con sistema binario como los ordenadores: 01 01, al estilo de on-off, al modo del si-no, de negro blanco, de bueno malo, de ángel-demonio, de cielo-infierno.
Por el contrario, venía a decir, en el resto de Europa la ciencia y la cultura se construyeron en base a la duda metódica, lo cual arrastra a formas de respeto y tolerancia mucho más amplias que las que solemos practicar por estos lares.
Añade, además, que entre nosotros “la duda se interpreta como una falta de coraje” lo cual nos ha llevado siempre a las actitudes intransigentes, intolerantes, y –hablando desde el punto de vista de la religión- considerando la fe como algo que no admite dudas, nos llevó a la expulsión y persecución de moriscos y judíos y a tener una inquisición modélica en la defensa de sistema binario “si o no como Cristo nos enseña” sin dejar resquicio a las duda, y atacando planteamientos o reflexiones teológicas diversas que ofrecían aquellos que –enseguida- fueron llamados y considerados herejes.
Mal camino la fe que no deja espacio a la duda, mal camino la fe que no da espacio a una creencia distinta, haciéndose absoluta y totalitaria: “No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta”, “fuera de la Iglesia no hay salvación” quien diga lo que quiera que sea o piense algo ajeno al pensamiento o doctrina de la iglesia, “anathema sit”, sea condenado.
Por ello me preocupa mucho el hecho de que determinados conceptos de Dios sean tan expresamente defendidos que provoquen al fin, no otra cosa que incoherencia y cosas sobre Dios carentes de sentido.
Lo pensaba hace días a propósito de muchas consideraciones surgidas al hilo del terremoto de Haití.
Para mí es inaceptable la idea de que Dios, sabe, quiere y permite estos acontecimientos que acaban con la vida de cientos de miles de personas, y más todavía si su omnipotencia es considerada de tal manera que estaría en su mano impedirlo, pero no lo hace, lo que significaría de Dios maneja (como los viejos dioses griegos) la fuerza de los elementos de la naturaleza a su arbitrio y voluntad y que la realidad toda es una pura marioneta en manos de la omnímoda voluntad de Dios.
Seguimos sacando el deus ex machina para justificar lo injustificable o para darle una solución final a una situación de aporía. Dios se queda tan limpiamente fuera de toda responsabilidad en estas situaciones, según los creyentes, que lo consideran siempre inocente. Y como sabe lo que se hace somos nosotros los torpes mortales los que no comprendemos sus designios ni el proyecto que él tiene para cada uno de nosotros.
Por el contario el Dios que yo entiendo o trato de entender es un Dios Espíritu, fuerza, energía, ruaj, impulso interior. Es, si se quiere, aquel Dios que impulsó la explosión inicial del universo y dejó en él el dinamismo de creación y crecimiento, de expansión, de ascensión y complejificación y quien dejó inscrita en la materia el ansia de movimiento hacia todas las formas de plenitud. Es el Dios que actúa en el corazón espiritual de la materia, que habla al corazón humano, que se hace humano y comparte la limitación, la finitud y la contingencia de lo humano, pero nunca lo podré considerar el dios pagano que maneja todas las criaturas como quien mueve los hilos de una marioneta. La creación entera tiene sus leyes autónomas que no dependen de una decisión divina sino que responden al dinamismo propio de seres creados, imperfectos, incompletos, las leyes de la gravedad no están dependiendo de actos determinados por Dios, sino que es una ley, por decirlo así, autónoma. La fragilidad humana la hace víctima frecuente de cualquier acontecimiento, pero siempre respondiendo a motivos físicos, químicos, biológicos, psicológicos… Todas las consecuencias de una situación tienen una etiología, una causa, pero no siempre un responsable.
Desbordamientos de ríos, terremotos, erupciones volcánicas, enfermedades, etc. no son sino hechos que provienen de una causa, de tipo meteorológico, de tipo geológico, biológico etc. Es verdaderamente absurdo colocar a Dios detrás de esto no ya como causa sino como responsable de las secuelas de estos hechos que pueden dañar, como en el caso de Haití, una ciudad entera y cientos de miles de seres humanos sepultados bajo los escombros.
¿Y qué ha de hacer el creyente una vez que los acontecimientos desbordan todo cálculo y una vez que cae por tierra un sueño largamente acariciado, y se enfrenta al hecho de haber perdido a sus seres queridos y todo su patrimonio de un solo golpe?
Ahora sí, ahora queda aquel recurso a Dios que vive y actúa en el corazón y el espíritu humano, ahora podemos mirar al Dios crucificado que mostró su empatía total con el ser humano, y contó con la debilidad del ser humano asumiendo todo el dolor, todo el sufrimiento Ahora podemos buscar en él la fortaleza necesaria para la lucha que tenemos por delante, para recuperar la esperanza provisionalmente hundida, ahora es el momento de asumir, no eso que se ha dado en llamar la voluntad de Dios, sino los hechos y los acontecimientos como irreductibles, pues ahora la “voluntad de Dios” puede ser ponernos en marcha, unir solidariamente nuestros esfuerzos, levantarnos de la caída, recuperar la fuerza para vivir, reconquistar el amor como lo único necesario y luchar por la justicia y la paz como la clave fundamental de quehacer humano. No muy distinto de aquello que apuntaba Jon Sobrino: bajar de la cruz al pueblo crucificado, comprometerse en la lucha contra cualquier sufrimiento, proceda de donde proceda.
Volver a la vida, mirar a Dios para encontrar la fuerza para seguir adelante y asumir con firmeza la realidad que se nos ofrece “puestos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe” (Heb.12,2)

martes, 19 de enero de 2010

Metamorfosis

Cuando uno se encuentra con esta palabra, o bien recuerda a Kafka o se le vienen a la memoria los gusanos de seda o las orugas y mariposas de El principito.
Pero cuando un artículo va firmado por Edgar Morin, con el título de Elogio de la metamorfosis, la tentación de leerlo es irresistible, conociendo la agudeza, profundidad y pensamiento abierto de este autor, filósofo, sociólogo preocupado por los temas de actualidad de mayor impacto. Es curioso que cuando abres en Internet su biografía el subtítulo de su nombre es “El pensador planetario de las luciérnagas más luminosos”
Así he considerado yo también este artículo en “La Cuarta página” de El País de domingo 17 de enero.
Hace unos días escribía sobre la conversión, desde un punto de vista religioso cristiano evangélico. De alguna manera esta metamorfosis de Morin iría en esa línea: pero evidentemente que para él se trata del problema no tanto particular o individual, sino el reto más importante de la Humanidad en su conjunto.
Ese grito reiterativo y solemne de los altermundistas de que otro mundo mejor es posible, y de que no solo es posible, sino necesario y urgente lo retrata también Morin en su artículo recordando que no se trata –dice al final- de una esperanza en el mejor de los mundos, sino simplemente en un mundo mejor.
El análisis que hace Morin nos lleva a pensar que frecuentemente la historia ha sufrido metamorfosis, no solo en aquello que los biólogos evolucionistas llaman “mutaciones”, ni sólo en los casos conocidos de determinadas especies cuyo desarrollo está sometido a este tipo de trasformación, sino también en momentos cruciales de los pueblos, las naciones, las civilizaciones, las religiones y las culturas. Momentos que podrían llamarse “estelares” por su enorme significado universal y por los cambios substanciales que han producido o provocado.
Lo triste es que la utopía imaginada, como la metamorfosis soñada, acaban generando algún tipo de anquilosamiento o esclerosis múltiple capaz de apagar la esperanza en aras de una seguridad y una certeza; pero como dice expresamente Edgar Morin, la verdadera esperanza sabe que no es certeza, y muchos con tal de regresar a las certeza, matan la esperanza, como otros que desconociendo a donde lleva la metamorfosis de la oruga acaban con ella no sea que se convierta en un depredador de plantas. Cuando no se tiene confianza en la historia ni esperanza en el ser humano, no hay posibilidad de cambiar nada, ni de conversión profunda y seria, ni modificación de tantas cosas, aun reconociendo que constituyen, tal como están, una calamidad para los humanos y para el planeta.
La esperanza constituye, quizá, la base genérica de donde puede partir la meta-morfosis del mundo y la meta-noia personal. Cinco razones nos presenta Morín que yo resumo así:
El surgimiento de los improbable; Las virtudes generadoras inherentes a la humanidad; la fuerza de la crisis planetaria impulsora de alternativas; los valores que despliega el peligro, añadiendo “allá donde crece el peligro, crece también lo que nos salva”; la eterna y general aspiración humana a la armonía, la paz y la justicia y el sueño de las incansables utopías, el hervidero de iniciativas solidarias caminando en una misma dirección aunque con diversos puntos de partida.
Casi al final de su escrito, que recomiendo, añade:”Hoy, la causa es inequívoca, sublime: se trata de salvar a la humanidad”.

Pensamientos sobre la paz, a propósito de Gandhi

El legado de Gandhi y el de los grandes luchadores no violentos, pero audaces, atrevidos, valientes y arriesgados hasta poner en peligro sus propias vidas, no ha concluido con las celebraciones del Día Escolar de la no violencia y de la Paz que ahora se celebra en los centros escolares sin demasiadas referencias comprometidas. Muchos han sido y siguen siendo los discípulos de Gandhi que están en la brecha, intentando incluso a riesgo de su vida un mundo más justo, en paz, denunciando el vergonzoso e indecente negocio de la armas que seguimos realizando sin el menor desparpajo, y con ese convencimiento que no pudo y no quiso evitar Obama al recibir el premio Nóbel de la Paz, esto es: Que las guerras son un mal necesario para lograr la paz y no un camino totalmente equivocado para solucionar problemas. Las guerras sólo consiguen multiplicar los problemas, no resolverlos. Y no hay ni ha habido una guerra que no haya sido deplorable y destructora y que no haya acarreado destrucción y crecimiento del odio. ¿Qué resuelve una guerra?
Gandhi fue un modelo de quien pudimos aprender que no hay más guerra que la que el hombre tiene que llevar a cabo contra sus demonios interiores, que ante la injusticia lo que cabe es el rechazo más total con una denuncia que frecuentemente implica riesgos. Eso lo vemos con los fiscales que luchan contra la Camorra Napolitana, los vemos en la Gente de Greenpeace, enfrentándose a la cárcel y a las detenciones, lo hemos visto hace poco en Aminatur Haidar, defendiendo los derechos del pueblo Saharaui, lo vemos en los montones de cooperantes, creyentes o no, que viven en los bordes de la pobreza humana, en los bordes del dolor, en las fronteras del olvido, en la cuerda floja para defender la justicia frente a los poderosos que aplastan: Médicos sin fronteras, Manos Unidas, Cruz Roja, Inntermon Oxfam: Cáritas, Entreculturas, Ayuda en Acción, y un gran etcétera que nos recuerda, como ya apuntaba alguien, que el mal arma demasiado escándalo y se convierte fácilmente en Noticia, mientras que el bien trabaja en silencio y actúa sin ruido sin vociferar, procurando que “no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”.
Esa es casi la única esperanza que le queda al mundo para creer que esta realidad tan triste que nos envuelve y que cae sobre el mundo como un alud devorador, pueda alguna vez resolverse. La no violencia de Gandi es una verdadera re-conversión, un cambio interior, una convicción absoluta respecto de cómo trabajar para cambiar el mundo que no cosiste en otra cosa que derrotar al mal a fuerza de bien.
Lo triste es que quienes mayores recursos poseen, los que están aferrados y apegados a su poder a su dinero y a su nivel de vida, cada día se hacen –o nos hacemos, sálvese quien pueda- más incapaces de esa conversión total que supone la renuncia al bienestar, pero nunca a estar bien con nosotros mismos. Lo que tenemos de alguna manera se ha apegado tanto a nuestro ser que hemos caído en la vieja trampa de que tanto tienes tanto vales, y no estamos dispuestos a perder nuestro valor porque hemos confundido totalmente lo que El legado de Gandhi y el de los grandes luchadores no violentos, pero audaces, atrevidos, valientes y arriesgados hasta poner en peligro sus propias vidas, no ha concluido con las celebraciones del Día Escolar de la no violencia y de la Paz que ahora se celebra en los centros escolares sin demasiadas referencias comprometidas. Muchos han sido y siguen siendo los discípulos de Gandhi que están en la brecha, intentando incluso a riesgo de su vida un mundo más justo, en paz, denunciando el vergonzoso e indecente negocio de la armas que seguimos realizando sin el menor desparpajo, y con ese convencimiento que no pudo y no quiso evitar Obama al recibir el premio Nóbel de la Paz, esto es: Que las guerras son un mal necesario para lograr la paz y no un camino totalmente equivocado para solucionar problemas. Las guerras sólo consiguen multiplicar los problemas, no resolverlos. Y no hay ni ha habido una guerra que no haya sido deplorable y destructora y que no haya acarreado destrucción y crecimiento del odio. ¿Qué resuelve una guerra?
Gandhi fue un modelo de quien pudimos aprender que no hay más guerra que la que el hombre tiene que llevar a cabo contra sus demonios interiores, que ante la injusticia lo que cabe es el rechazo más total con una denuncia que frecuentemente implica riesgos. Eso lo vemos con los fiscales que luchan contra la Camorra Napolitana, los vemos en la Gente de Greenpeace, enfrentándose a la cárcel y a las detenciones, lo hemos visto hace poco en Aminatur Haidar, defendiendo los derechos del pueblo Saharaui, lo vemos en los montones de cooperantes, creyentes o no, que viven en los bordes de la pobreza humana, en los bordes del dolor, en las fronteras del olvido, en la cuerda floja para defender la justicia frente a los poderosos que aplastan: Médicos sin fronteras, Manos Unidas, Cruz Roja, Inntermon Oxfam: Cáritas, Entreculturas, Ayuda en Acción, y un gran etcétera que nos recuerda, como ya apuntaba alguien, que el mal arma demasiado escándalo y se convierte fácilmente en Noticia, mientras que el bien trabaja en silencio y actúa sin ruido sin vociferar, procurando que “no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”.
Esa es casi la única esperanza que le queda al mundo para creer que esta realidad tan triste que nos envuelve y que cae sobre el mundo como un alud devorador, pueda alguna vez resolverse. La no violencia de Gandi es una verdadera re-conversión, un cambio interior, una convicción absoluta respecto de cómo trabajar para cambiar el mundo que no cosiste en otra cosa que derrotar al mal a fuerza de bien.
Lo triste es que quienes mayores recursos poseen, los que están aferrados y apegados a su poder a su dinero y a su nivel de vida, cada día se hacen –o nos hacemos, sálvese quien pueda- más incapaces de esa conversión total que supone la renuncia al bienestar, pero nunca a estar bien con nosotros mismos. Lo que tenemos de alguna manera se ha apegado tanto a nuestro ser que hemos caído en la vieja trampa de que tanto tienes tanto vales, y no estamos dispuestos a perder nuestro valor porque hemos confundido totalmente lo que somos con lo que tenemos, y no hay falsedad más grande.