martes, 25 de agosto de 2009

Resurrección

Yo creo que la resurrección no es otra cosa que ese impulso que arrastra y que provoca el cambio profundo en la vida.
No hay experiencia resurreccional si no hay vitalidad, optimismo, lucha, compromiso, alegría en las tareas, amor en las relaciones.
No se puede contagiar la resurrección sino cuando las vidas iluminan oscuridades, sanan heridas, consuelan la tristeza, entusiasman a los desalentados. No es posible trasmitir esa fe en la resurrección si no existe fe en el hombre, a pesar de todo, si no creemos que las bienaventuranzas son una verdadera fuente de alegría optimismo y felicidad.
No creo en la resurrección de las meras palabras, sino cuando la vida sintoniza con la vida, cuando la tiniebla ha desaparecido, cuando se han roto de verdad las barreras que separan de vida de la muerte: toda muerte. Cuando, perdida una batalla, uno se pertrecha de nuevo para enfrentarse a otra, sabiendo que esta guerra está ganada, pero que hay que sudarla sin miedo
Cuando la justicia triunfa, por encima del interés, cuando alguien aprieta su mano sobre la mano del que se siente solo, cuando se pierde el miedo a la libertad y uno se lanza a vivir de veras, sabiéndose salvado; cuando la ética con la que intentas vivir es una ética que no persigue la estética ni la perfección sino la honestidad de las acciones y que esas acciones pongan de manifiesto la esperanza y el optimismo frente a una realidad de la que cabe esperar nada...
Entonces la vida es Vida. Cuando se ha quemado toda la leña y ante las cenizas aguardas a que arranque el vuelo del ave fénix; cuando es del estiércol podrido y fermentado de donde esperas ver crecer las más bellas rosas. Cuando la modesta fuerza de tu voz la agiganta y la multiplica el Eco …
Cuando a través de la lluvia del atardecer la luz blanca del sol dibuja el arco iris y lo pinta de sus siete colores.
Cuando de la leña seca del tronco viejo y muerto ves como el fuego llena de luz la noche y abriga con la llama la helada escarcha de la madrugada…
Cuando del grano que se pudre bajo tierra se tapizan los campos con el verde esperanza y luego el sol los madura con su calor amigo, hasta hacerlos dorados y listos para la blanca harina, para la masa fermentada y el pan caliente y horneado…
Todo es uno. La Vida rebrota de la muerte.
Marzo 2008.

La lectura

Tengo que reconocer que este escrito no va a ser sino una glosa más o menos amplia del publicado por Luis García Montero en “Cuarta página” de El País de 16 de agosto de 2009. Con el título Teoría impertinente de la lectura habla de la lectura como un ejercicio complejo, de entrega absorbente, de apertura a la fascinación del descubrimiento progresivo de realidades desconocidas que se abren ante los ojos y van proyectando esa película lenta y pausada de descripciones, de entornos misteriosos, de personajes llenos de pasión y humanidad, de tiempos pasados o futuros retratando la realidad o proyectando la fantasía.
La lectura no es sino una ventana abierta al pasado histórico, al presente realista, al futuro imaginario; un altavoz del pensamiento de sus autores que siembran pausadamente una visión de la vida y un concepto del quehacer humano. La lectura es una escuela de aprendizajes múltiples, donde aprendemos a salir de nuestro propio yo y a veces de nuestro pobre pensamiento para enriquecer nuestra mente estrecha o pueblerina con otras luces, con otras ideas, otros colores…. ¿A qué se parecen las operaciones de leer y escribir? –se pregunta Luis García Montero- A ponerse en el lugar del otro, responde. Es decir leer es un ejercicio de empatía, de hacerse permeable a la cultura y la visión de otros que acaban enriqueciéndonos.
También yo escribí en mi libro Pobres Palabras: “Me siento en deuda con una pléyade de hombres y mujeres que pensaron y escribieron antes que yo, que vivieron y amaron antes que yo, que hablaron antes que yo, que dejaron su huella en caminos que hollaron antes que yo y que yo encontré abiertos en mis dudas” (página 119).
Es evidente que el progreso se debe a la posibilidad de recoger lo sembrado por generaciones anteriores que “explotaron” los recursos heredados de los antepasados. Por eso leer es un compromiso de reconversión, de aprendizaje de dejarse iluminar por fuegos encendidos por otras mentes apasionadas y vivas. Por eso –dice Luis en su artículo- me parece decisiva la operación de leer como metáfora de una reivindicación decente de la modernidad. Y cita a continuación unas palabras de Edward W. Said, de su libro Humanismo y crítica democrática (Debate 2008):
“La realidad de la lectura es, ante todo, un acto de emancipación e ilustración humana, quizás modesto, pero que transforma y realiza nuestro conocimiento en aras de algo diferente del reduccionismo, el cinismo o el estéril mantenerse al margen”.
Si la lectura no es más que un método de “aprendizaje” de conceptos o conocimientos y no la consciente acción devoradora de pensamiento y de capacitación crítica para abrir nuestras mentes a horizontes más amplios y descubrir las artimañas con que se nos vende cualquier falsificación o cualquier mentira, consigna o ideología, entonces no es la auténtica lectura.
Bea Carmona en su última reseña de El país de la últimas cosas, en El colonial de Julio-agosto, tras declarar que la novela plantea tantas interrogantes acerca del ser humano, la identidad, el individuo y la sociedad, la crueldad, el todo y la nada, el valor de las cosas lo real y lo irreal, la memoria, la palabra, el lenguaje y la comunicación… expresa un deseo: ¡ojalá decidan sumergirse! Leer siempre será un chapuzón refrescante o una inmersión en la profundidad desconocida.
No me resisto a rematar este escrito con una nueva cita, que por cierto aparece en el frontispicio de mi libro Pobres palabras. Recogida de Javier Cercas:
“Leer por diversión está muy bien, leer por entretenimiento esta muy bien, leer para no ser un cretino está muy bien. Pero la única forma de leer es leer como quien reza, como quien llora, como quien pelea por su pellejo en cada frase, en cada adjetivo y en cada coma”. (EPS nº 1659, página 10).
21 de agosto de 2009

Et habitavit in nobis

Es difícil escapar a la tentación de hacer Cristología, pensamiento razonable, para deshacer las incógnitas, romper con las incoherencias, evitar el pietismo de los superlativos y dejar pintado el retrato justo del Jesús que yo veo.
Cada vez lo objetivo menos, lo miro fuera de mí o le hablo como a un segundo interlocutor.
Creo que he dejado de orarle y adorarle para sólo sentirlo, (de algún modo y lleno de modestia, porque sólo es una metáfora) como una “segunda naturaleza” que está en lucha por ser sólo una.

Jesús, el Cristo:
Estás ahí y aquí.-
Como en mí
Y como imagen de ti
En el otro y los otros.

Yo ya no te oro,
Siempre parece invadirme tu ser,
Tu imagen, tu fuerza, tu palabra
Para descubrir mi pobreza;
Para amplificar con tus dimensiones
La modesta dimensión
De mis pequeños pasos.

Es una irrupción
Una invasión de Ti
Que moldea mi mirada
Y resquebraja
Las fronteras de mi corazón,
(encerrado tantas veces
en querer gozarte,
en poseerte, dominarte,
tenerte, conocerte, sentirte
y alcanzar certezas definitivas)
Te siento como vida en mi vivir diario.
Te siento camino
Cuando proyecto actos.
Te siento en mis dudas
Como verdad imprecisa.
Y También como luz
Que alumbra pensamientos.
Siento que trabajas en mí
Que transfiguras en fuego
El leve fósforo
Que enciendo con apuros.
Que tu Viento y tu Ruaj,
Tu Dínamis, tu Fuerza
Me impulsan (sin a veces saberlo)
A vivir de otro modo,
A lanzarme sin miedo,
A decir tu palabra
O a cantar como Francisco,
El Buenagente
A todas las criaturas
Un canto al menos
O un compás de espera…
Y esperanza.

Sé que no me gusta
esa imagen meliflua
del corazón Sagrado;
pero sé que es tu Corazón
el que vibra en la ternura,
en el perdón,
en la bondad sencilla,
en la misericordia,
en la comprensión
y la solidaridad
que brota en mí
sin forzar mi propio corazón.

No sé expresarlo sino así,
Con mis pobres palabras,
Con mis versos simplones;
Y decirlo como una emanación
Del Logos, el Verbo, la Palabra
Y el Proyecto que me habita
Porque seguramente,
En un descuido,
Encontró abiertas mis puertas y ventanas
Y ha venido a hacer aquí,
Sin yo saberlo ni cobrarle pensión
Su modesta morada.
Et habitavit in nobis.

No sé desde cuándo está ahí,
No sé si a veces,
Deja sola mi casa
Y entonces vuelvo a preguntarme
Por su ausencia.

Ya sé –sin serle fiel-
Que se ha convertido
En mi Roca, mi Baluarte,
Mi firme muralla,
Mi cimiento;
que está tan en mí como yo mismo
…Y no le veo, no lo encuentro;
pero ¿qué otro guía sino él
orienta mi camino?
¿Qué referente y qué horizonte
me impulsa a dar los pasos?
¿Qué modelo, qué arquitecto
y qué escultor me habita
que trata de modelar en mí su imagen?

Y siento que todo esto es tan real
Como vivido en esperanza;
Porque ya es
Y todavía no está
Definitivo.

Y a veces
En la imprecisa noche
En que ni siquiera alumbran las estrellas
te grito como Juan:
¿Adónde te escondiste Amado
y me dejaste con gemido?
Salí tras ti clamando
Y eras ido.
Aun así,
siento que no me quedo
En esa soledad sonora,
Porque escucho dentro,
Casi imperceptible
Y dolorosamente
La música suave
de tu escondida voz
y tu oculta presencia.

Anotado en los Ejercicios espirituales de San Calixto de septiembre de 2008

Eugenesia, eutanasia: entre el extremismo y el equilibrio

Siempre he defendido, como hace los sabios del antiguo testamento, e incluso cualquier persona con sentido común, que en el medio está la virtud (in medio virtus. No dudo, repito, no dudo de que tanto la eugenesia y la eutanasia –legalizadas, permitidas o autorizadas- pueden acabar siendo un arma peligrosa. En el primer caso podemos acabar teniendo Un mundo feliz como el de Huxley en que los seres humanos serán seleccionados en sus embriones, gracias a técnicas que permitan contar con aquella clase de humanos que la sociedad, el poder, la autoridad o las empresas necesitan para que no se produzcan alteraciones sociales y todo funcione sin conflictos ni tensiones. Así el trabajador será un magnífico y hábil esclavo cuyos genes se ha seleccionado para evitar los repuntes de indignación o la reclamación de sus derechos; será un ser sumiso, absolutamente preparado para la función social predestinada. La libertad será una cosa parecida a la que hoy padecemos, perfectamente controlada por los medios y por los artífices de la publicidad y el mercado.
Esa versión de la eugenesia es absolutamente perversa y es una degeneración de planteamientos humanitarios, altruistas, expresión de generosidad y preocupación por el bien y la salud de los humanos.
En el caso de la eutanasia, en la que caben muchos grados y actuaciones para atender a una “buena muerte” o a una “muerte digna”, existe igualmente el peligro de que se convierta en un proceso perverso para deshacernos como sociedad de todo tipo de gente que pueda chocar con los intereses –de nuevo- de la sociedad, el poder, la autoridad o las empresas; pues con la eutanasia podría acabarse con todos los problemas de dependencia, in o dis-capacidad, potencial productivo o no de unos determinados individuos o personas que pueden ser eliminados en virtud de algún tipo de teoría fantasma, como lo fue el sacrificio (no precisamente eutanásico) de judíos, semitas, gitanos etc. por parte del poder nazi en Alemania en el ecuador del pasado siglo.
Entiendo pues que la jerarquía eclesiástica, esté pendiente de estos acontecimientos y advierta de estos gravísimos peligros, entiendo también que le preocupe la no conservación de los embriones que no se hayan sometido al proceso de implantación y que de una u otra forma puedan ser destruidos como vida potencial, pero invitaría a que –sin dejar de alertar sobre este problema si así lo desea, que escuche muchas otras voces de la propia Iglesia que le advierte que hay muchos millones de vida nacidas, en un peligro real de muerte, por inanición, por hambre, por falta de recursos sanitarios de primer orden, o como consecuencia de nuestro mirar a otro lado, pendientes más de llegar al templo que de atender a “ese hombre que yace al borde del camino de Jericó a Jerusalén, al que por cierto se dedican muchos seres humanos de a pie, muchos samaritanos que dejan que se le conmuevan las entrañas por el dolor y las heridas de quienes han quedado del otro lado de la frontera del bienestar. La coherencia del amor con los que ya han llegado al mundo y deben conservar su vida y su dignidad, antes de echar toda la carne en el asador por los embriones. Al menos por aquellos que están sirviendo para erradicar dolor y sufrimiento al ser humano.
Otro tanto habría que decir sobre la muerte digna. Evitar el dolor y, aunque sea cierto que todo sufrimiento puede despertar en el ser humano nuevas perspectivas y descubrir otros valores en su vida, dejar de considerar el dolor humano como un valor en sí mismo. Ese error proviene de una concepción redentora de la muerte en la cruz, que se basa en el sufrimiento y no en la disponibilidad, la entrega, el amor que asume la muerte como un don de la vida, no como una disciplina de penitente cargada de masoquismo y maniqueísmo anticristiano.
Octubre 2008

Capítulo apócrifo de El Principito

El Principito recordaba de su anterior viaje al planeta Tierra que todos los caminos conducen a las moradas de los hombres, y siguió tranquilamente un sendero.
El sendero estaba bordeado por árboles y abundaban los arbustos; no lejos de allí se oía la música del agua de un arroyo.
Es verdaderamente bello este paisaje, -dijo para sí el principito,- y continuó su camino.
Pero el sendero quedó cortado de pronto, por un inmenso rollo de alambre de espino, imposible de cruzar. Había sido anclado al suelo mediante estacas.. Intentó tocarlo, pero se hizo daño con sus púas, (y recordó a su rosa).
En silencio se preguntó qué podía significar aquello, y comenzó a rodear la extraña valla de alambre. De pronto alguien gritó:
-jAlto!
El Principito se detuvo y observó cómo se acercaba un hombre tocado con un casco de acero, empuñando un arma enorme y con un vestido parcheado de colores verdes y marrones.
-¡Buenos días! -dijo el principito, que jamás hablaba sin antes pronunciar este saludo.
-¡Buenos días! -respondió el soldado-, ¿Qué buscas aquí ?
.Busco amigos,- respondió nuestro hombrecito que no sintió miedo en ningún momento - pero el camino se ha cortado y por eso rodeo la alambrada... ¿Qué significan esas espinas? (Y recordó de nuevo a su rosa)
-Es un campo de minas -dijo el soldado -, y por eso está protegido.
-¿Minas ?.. ¿Sacan oro?
-No son esa clase de minas, -aclaró el soldado. ¿No eres de aquí?
-¿Qué minas son? , -insistió el principito nada contento con que le respondieran con otra pregunta- y ¿por qué está protegido el campo?
-Son peligrosas, -respondió un tanto impaciente el soldado -.Muchos niños y niñas han quedado mutilados por ellas y andan cojos, mancos o deformes.
-Pero ¿qué son esas minas?, ¿Qué hacen ahí si son peligrosas i.
-Son como juguetes explosivos. Si los pisas o los tocas, estallan y hacen mucho daño. Las pusieron ahí para la guerra.
-¿Es que estáis en guerra?, (su cara se entristeció).
-No. La guerra acabó, pero ahora muchos campos están llenos de esas minas y nadie se atreve a cultivarlos...
-Yo vi, en otra ocasión una tierra cultivada de rosas. ¿No se pueden plantar rosas?
-No. Ni rosas, ni trigo, ni maíz, ni soja, ni arroz. Esos campos están inutilizados mientras mucha gente pasa hambre..
El soldado parecía indignado cuando decía estas palabras al principito, y comenzó a mirar con ternura a aquel extraño hombrecillo..
-Entonces, .insistió el principito -¿para qué pusieron esos artefactos tan peligrosos?
-Había que evitar que pasara el enemigo.
El Principito calló un rato, mientras pensaba: "Estos hombres deben estar locos. Se matan con las armas en la guerra y se condenan al hambre en los tiempos de paz".
Miró a su alrededor y dijo para sí: "Verdaderamente la Tierra es bella, pero los seres humanos que la habitan no están bien de la cabeza y bastante peor del corazón". Luego dijo:
.jAdiós !
Y siguió rodeando en silencio la alambrada de espinos.
Una lágrima escapó de sus ojos cuando vio acercarse desde lejos a un niño que caminaba con muletas.
Cuando el niño llegó hasta el principito, este pequeño y extraño hombrecillo, venido del espacio, lloraba amargamente.

Los piratas del SGAE

Y digo yo ¿no hay otra manera de regular los derechos de autor, los derechos de las patentes registradas...?
Ayer le preguntaba yo a un amigo electricista. ¿Cuántas veces cobras los trabajos de montaje eléctrico que llevas a cabo en una vivienda? Naturalmente …¡Una sola vez!.
Es evidente que cuando un escultor realiza una pieza escultórica especial le pone precio a su trabajo y lo cobra, una sola vez también. Es lo lógico.
Tampoco voy a ser tan negativo que no entienda que quien escribe por ejemplo una novela y le vende la exclusiva a una editorial, es ésta última la que se queda con los derechos de copia o reproducción. Aunque no siempre. El autor conserva su derecho de propiedad sobre su obra. Y me parece muy lógico que si alguien la reproduce en imprenta con fines especulativos o comerciales el autor tenga unos derechos sobre esa edición.
Pero ¿hasta cuándo?
Lo que resulta esperpéntico es lo que estamos escuchando y leyendo en la prensa sobre algunas actuaciones de estos señores que parecen más cazadores y piratas que administradores y protectores de los derechos de los autores o editores.
No me explico por qué todos los espectáculos que se promueven en las fiestas de los pueblos tengan que pagar una tasa genérica a la SGAE (entre un siete y un diez por ciento de la base imponible de la factura del espectáculo): música, canciones. Representaciones teatrales.
Estos del SAGAE se han tomado unos aires al socaire del proteccionismo recibido por el gobierno socialista que no hay quien los pare. Desde los cánones impuestos a todos los aparatos o materiales susceptibles de copiar o reproducir datos, música, películas, etc. hasta gravar con tasas absurdas y elevadísimas cualquier tipo de actuación. ¡Ea, a la mierda la cultura! Aquí lo que importa es el dinero.
Recuerdo incluso que el Instituto Nacional de Libro, encargado de la adjudicación de los números del ISBN, ya no le importan los libros publicados, sino exclusivamente los libros que van a ser comercializados y consecuentemente que van a dar un beneficio pecuniario a sus editores. La publicaciones culturales de Diputaciones, Obras culturales, Asociaciones, Instituciones sin ánimo de lucro ya no necesitan el ISBN. Sólo cuenta el asunto crematístico; porque además, hay una sociedad especializada en posibilitarte el necesario “código de barras” para todo lo que se vende, así que ya tenemos otra sociedad viviendo de la burocracia infinita en que estamos inmersos.
Además estos señores (de la SGAE) parecen estar encumbrados en la posesión de los poderes inquisitoriales, de manera que van por ahí más que como agentes comerciales que eso es lo que podrían ser en cualquier caso, como agentes policiales, detectives o agentes judiciales, actuando con verdadera arbitrariedad. ¿Quién habrá aprobado esta ley tan protectora de los protegidos?Búsquese una justa compensación a la propiedad intelectual de quienes editan música, cine, vídeos o cualquier otro objeto cultural; persígase a los que puedan aprovecharse comercialmente de copias de tales obras, pero déjese un camino expedito, abierto y generoso a la cultura y a sus manifestaciones. ¿Habrá cosa más aberrante que la tasa que pretenden imponer estos piratas de la SGAE por la lectura de los libros de las bibliotecas públicas? Ya falta sólo que en la página de créditos del libro pongan una nota: Prohibido prestar este libro a alguien sin liquidar la tasa en la oficina más cercana de la SGAE o sin el expreso permiso de su autor” El mercantilismo se ha apoderado tan fuertemente de nuestro espectro social que no se puede ya mirar nada sino bajo el prisma del beneficio y el aspecto recaudador. Lo dicho cada día más piratas

Centenario de Mariano José de Larra. 1809-2009

En 1837 Lara se suicidó de un pistoletazo ¿Qué sucedería si levantara la cabeza? ¿Tienen sentido sus sátiras hoy? ¿Qué tipo de molestos fantasmas interrumpirían ahora sus paseos de poeta?.Esas preguntas se hacen autores contemporáneos como el cordobés Joaquín Pérez Azaústre, Ángela Vallvey, Eduardo Vilas y otros en un libro recién aparecido con el título Artículos de Larra.
Por su parte el Catedrático de Literatura de la Universidad de Barcelona, Lluis Izquierdo, poeta también él, ha escrito recientemente un artículo de opinión en El País con el título Amigo Larra, del que paso a citar unos breves fragmentos: “Amigo Larra, no llego a entender las razones de su suicidio, a no ser que las pasiones alteraran su razón” […] “Cuando la capacidad crítica es, como en su caso, un don de inteligencia y perspicuidad interrogadora tan pertinente, es una pena que nos abandonara en plena juventud”.
Este artículo, a modo de carta, es el texto que me sirve de pretexto, ya que contra nuestra costumbre, en el número de El Colonial extraordinario de verano no hemos reseñado ningún centenario de autor, artista, investigador etc.
Recuerdo de mis tiempos de profesor, que llegar a Larra en el libro de texto era darse de bruces con aquel “Vuelva usted mañana”, consagrado como artículo ejemplar de este autor. Se retrata allí la eterna España de pandereta con una burocracia torpe y enredosa, comodona y pertinazmente ineficiente. Recordaba entonces que cuando veíamos en Bachillerato al autor astigitano Luis Vélez de Guevara, repasar su obra, “El diablo cojuelo”, era revivir también una Corte de vividores y vagos, y una Sevilla enredada en la picaresca, pero dos siglos antes que el propio Larra. Lo que justifica la perpetuación hasta este mismo siglo XXI de la idiosincrasia de nuestras instituciones y nuestro pueblo.
El Vuelva usted mañana retrataba la burocracia de la ventanilla, la infinita gestión de papeles sin cuento, las firmas, visados, sellos, inacabables documentos que acompañan la solución (o no) de una gestión prolija.
Hoy tenemos o sufrimos, (a pesar de los sueños que había despertado la informática) más y más papeles, más y más informes: de impacto ambiental, de impacto visual, de la confederación hidrográfica correspondiente, de carreteras, de obras públicas, de la Diputación, del SEPRONA, de minas, de arquitectura, de urbanismo, etc. etc. Y los días infinitos se deshilachan mientras llega la última decisión, la orden judicial o el certificado de idoneidad, el Visto bueno de cualquier Administración ineficiente…
En fin que ya sólo los títulos de algunos de los artículos de Larra dejan entrever hacia donde se dirige o hacia donde va a desarrollarse su finísima crítica: “Los tres no son más que dos y el que no es nada, vale por tres”. ¿Era ya un conato de la teoría de El Principio de Peter? O aquel otro “El mundo todo es máscaras” que deja traslucir el carnaval de la sociedad de entonces no tan distinta de la de ahora.
En fin Nada nuevo bajo el sol que dijo el Qohelet. Si no, que le cuenten a uno que yo me sé el cuento de la lechera, perdón, el de la vaqueriza.