miércoles, 23 de enero de 2013
A propósito de orar con el cuerpo y en el cuerpo
En ello estoy. Creo que es muy válido. Sería bueno que la teología moral reflexionara sobre el cuerpo, que es en definitiva el único cauce a través del cual nos relacionamos con la realidad, los demás y con el profundo misterio de Dios que nos habita. A lo mejor la percepción de la sexualidad como parte, o mejor como integrante de la corporalidad, podría mirarse con otros ojos, sin desconocer la enorme fuerza integradora y disgregadora que arrastra o que aporta. Pero disgregar disgregan también las pasiones más interiores, y que tienen su reflejo en la soberbia, la avaricia, la ira, la envidia, la pereza, y los dos capitales más implicados en la corporalidad: la lujuria y la gula.
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