martes, 25 de agosto de 2009

Centenario de Mariano José de Larra. 1809-2009

En 1837 Lara se suicidó de un pistoletazo ¿Qué sucedería si levantara la cabeza? ¿Tienen sentido sus sátiras hoy? ¿Qué tipo de molestos fantasmas interrumpirían ahora sus paseos de poeta?.Esas preguntas se hacen autores contemporáneos como el cordobés Joaquín Pérez Azaústre, Ángela Vallvey, Eduardo Vilas y otros en un libro recién aparecido con el título Artículos de Larra.
Por su parte el Catedrático de Literatura de la Universidad de Barcelona, Lluis Izquierdo, poeta también él, ha escrito recientemente un artículo de opinión en El País con el título Amigo Larra, del que paso a citar unos breves fragmentos: “Amigo Larra, no llego a entender las razones de su suicidio, a no ser que las pasiones alteraran su razón” […] “Cuando la capacidad crítica es, como en su caso, un don de inteligencia y perspicuidad interrogadora tan pertinente, es una pena que nos abandonara en plena juventud”.
Este artículo, a modo de carta, es el texto que me sirve de pretexto, ya que contra nuestra costumbre, en el número de El Colonial extraordinario de verano no hemos reseñado ningún centenario de autor, artista, investigador etc.
Recuerdo de mis tiempos de profesor, que llegar a Larra en el libro de texto era darse de bruces con aquel “Vuelva usted mañana”, consagrado como artículo ejemplar de este autor. Se retrata allí la eterna España de pandereta con una burocracia torpe y enredosa, comodona y pertinazmente ineficiente. Recordaba entonces que cuando veíamos en Bachillerato al autor astigitano Luis Vélez de Guevara, repasar su obra, “El diablo cojuelo”, era revivir también una Corte de vividores y vagos, y una Sevilla enredada en la picaresca, pero dos siglos antes que el propio Larra. Lo que justifica la perpetuación hasta este mismo siglo XXI de la idiosincrasia de nuestras instituciones y nuestro pueblo.
El Vuelva usted mañana retrataba la burocracia de la ventanilla, la infinita gestión de papeles sin cuento, las firmas, visados, sellos, inacabables documentos que acompañan la solución (o no) de una gestión prolija.
Hoy tenemos o sufrimos, (a pesar de los sueños que había despertado la informática) más y más papeles, más y más informes: de impacto ambiental, de impacto visual, de la confederación hidrográfica correspondiente, de carreteras, de obras públicas, de la Diputación, del SEPRONA, de minas, de arquitectura, de urbanismo, etc. etc. Y los días infinitos se deshilachan mientras llega la última decisión, la orden judicial o el certificado de idoneidad, el Visto bueno de cualquier Administración ineficiente…
En fin que ya sólo los títulos de algunos de los artículos de Larra dejan entrever hacia donde se dirige o hacia donde va a desarrollarse su finísima crítica: “Los tres no son más que dos y el que no es nada, vale por tres”. ¿Era ya un conato de la teoría de El Principio de Peter? O aquel otro “El mundo todo es máscaras” que deja traslucir el carnaval de la sociedad de entonces no tan distinta de la de ahora.
En fin Nada nuevo bajo el sol que dijo el Qohelet. Si no, que le cuenten a uno que yo me sé el cuento de la lechera, perdón, el de la vaqueriza.

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