martes, 10 de noviembre de 2009

Facilidades para la impunidad y la frivolidad

Ya resulta cansino este inventar derechos del gobierno socialista o de la gente, en el sentido de que cualquier cosa que se puede hacer o que en un determinado momento hubiera de hacerse se convierte por arte de birlibirloque en un derecho.
Es cierto que hay que universalizar las posibilidades para que todas las personas disfruten de una igualdad de oportunidades, pero ¿para qué objetivos o para qué fin?
Me llama la atención que, -sin dudar de que determinadas situaciones complejas y delicadas hayan de ser reguladas y encauzadas legalmente, como la “posibilidad” de un aborto como interrupción expresa y decidida del embarazo no deseado- se den esas facilidades y se concedan esos privilegios a personas que si bien pueden estar ejerciendo un uso responsable de su libre albedrío y tomando decisiones de calado ético que han sido sometidas a un mínimo discernimiento, también pudiera ser que se estén “deshaciendo” de una responsabilidad, de un compromiso, de las consecuencias de actos superficiales, irreflexivos, alocados o inconscientes, como consecuencia de una frivolización absoluta de la sexualidad y de las relaciones humanas y de la Biblia en pasta.
Tras estas leyes que quieren regular tanto la interrupción del embarazo considerado como un “derecho” como la utilización indiscriminada de la “píldora del día siguiente”, siempre se habla mucho de educación, de información, de actuaciones responsables por parte de las personas afectadas. Pero en poquísimos casos he oído hablar de la responsabilidad del varón, que queda al margen como un dios “ex machina” que en cualquier caso se lava las manos en el conflicto ético que pudiera surgir en la mente o la sensibilidad de determinadas personas.
Educación. Se habla de educación como si nuestro sistema educativo estuviera resultando magnífico en cualquiera de sus aspectos. Es todo lo contrario, Se está produciendo un fracaso educativo que por supuesto puede afectar también a los posicionamientos éticos ante estos hechos.
Es verdad que el respeto está siendo uno de los pilares y de las actitudes transversales con las que se pretender educar al alumnado de ambos sexos de la ESO especialmente.
Pero ¿Quién ha dicho que si nos seguimos haciendo cada día más concesivos con las modas o las realidades que están en la calle, no acabaremos aceptando como normal, sin ningún tipo de problema, la pedofilia, la prostitución de menores, la violación en determinados supuestos… o qué sé yo. Al fin y al cabo si ya todos somos “dueños y dueñas de nuestros propios cuerpos”, ¿quién va a poner pared al campo?
El problema más grave radica en las bases éticas desde las que se plantea toda esta problemática.
La defensa de la mujer (objeto más frecuente de los abusos y de la manipulación) me parece absolutamente necesaria y debe ir incluso más allá de una especie de mera protección. Pero ¿dónde están los fundamentos éticos de toda esta legislación? Concedamos que la perspectiva de la jerarquía católica es intransigente, inamovible, y no deja lugar a la perplejidad, al contexto y ni siquiera a la conciencia personal, último criterio moral según la misma doctrina católica. Pero si la iglesia quiere aportar como fundamento una discutible visión de “la ley natural”, no se ve qué criterio es el que se plantea desde la visión tan aperturista y tan igualmente intransigente del actual gobierno socialista.
Las limitaciones que la Generalitat de Cataluña ha puesto a la venta sin receta de la píldora del día después, incluida la venta a menores de 13 años, ya ha sido respondida por la propia ministra afirmando que cualquier pega que se ponga no impedirá que las cosas sean como están previstas desde su perspectiva.
Ya a muchos parece un disparate que se lleve a cabo un aborto por una menor, sin conocimiento o consentimiento de los padres, titulares de la patria potestad; también lo parece la venta indiscriminada de la píldora del día siguiente, sin ninguna mediación médica ni recomendación de personal competente y adecuada, incluso a menores de 13 años.
Sencillamente, o sinceramente, no se necesita montar un pollo, lo que hace falta es tener unos políticos con dos dedos de frente y un poco de sentido común, aparte de una fundamentación ética de su pensamiento tan abierto y universal.
Somos muchas las personas que tratamos de establecer nuestra relación con el mundo desde la perspectiva de la “empatía”, poniéndonos en el lugar del otro. Esto permite sin duda ser sumamente comprensivo, respetuoso y amable. No obstante no se puede ser indefinidamente transigente y concesivo. Lo que está pasando a muchos adolescentes es que los padres no han sido determinantes en el establecimiento de límites. Eso lo estamos pagando con tener una parte de la adolescencia y la juventud “ingobernable”, colaborando al mismo tiempo a quitarle la razón a los educadores a favor de los alumnos, con lo cual consagramos el principio del “todo vale” o del “qué más da, o del ¿¡qué pasa!?
Jesús García Montero en un artículo de opinión en El País del domingo 16 de agosto pasado iluminaba estas reflexiones mías: “Las formas del dogmatismo actual más allá de las ideologías totalitarias, tienen mucho que ver con la reducción de los matices del mundo a breves titulares que sirven para imponer opiniones y simplificar la realidad, haciendo imposible un verdadero uso de la conciencia individual. Los dogmas de hoy dependen con frecuencia de las nuevas velocidades de la información. La invitación al cinismo, el deseo de relativizarlo todo, suele ser el camino de las inteligencias que juegan a destruir las ilusiones colectivas”. (El subrayado es mío)

1 comentario:

  1. En un artículo anterior tuyo pareces adherirte al tratado moral de los católicos socialistas, y en este pareces llamar a oscuro y descuidado despacho de la moral en el sótano de la conciencia política.
    Sinceramente, ambos artículos u opiniones me parecen contradictorias. No sé si ya lo he mencionado antes, pero lo que está mal desde un inicio son los llamados plazos -que no son más que plazos de impunidad como titulas- y aquello de los supuestos -lo cual también dejaba una amplia impunidad-.

    Y digo impunidad, no en el sentido de que algo tenga que ser punible y castigado como están acusando a muchas personas provida, sino en el sentido de que no se pueden hacer leyes contranatura.
    Has hablado de la empatía como el entender el punto de vista del otro, pero aquí el otro es -primero- el que va nacer, y después los padres y despues el resto de la sociedad, la cual no puede ser sexualmente poco educada o irresponsable a costa de lo que naturaleza tenía previsto que ocurriese después de una relación sexual.

    Acabo de escuchar hace un momento en la radio, que en Europa se lleva a cabo un aborto cada 25 segundos, casi 1'25 millones de niños no nacidos cada año.
    ¿Qué clase de sociedad es aquella que prepara legalmente su recesión demográfica? El 25% de las viviendas en Europa están habitadas por una sola persona.
    No existe lógica racional o irracional que justifique el aborto como un derecho.

    Cierto es que hay un error político y legislativo, pues estamos hartos de ver como las leyes se ajustan a lo que se tiene por costumbre hacer previamente, y por lo tanto, no sirven para nada. Parece como si papá estado estuviese de alguna forma dándole la razón y la enhorabuena a sus gobernados haciendo una ley a medida de lo que está ocurriendo, o de lo que la moda o la tendencia o los muros ideológicos están imponiendo.
    Las leyes se deben establecer cotas y límites donde no los hay y donde debiera haberlos. Y claro está, posteriormente no se puede ejercer una justicia justa si las leyes están mal establecidas.

    Ayer también me enteré, de la que Junta de Extremadura esta llevando a cabo un programa por el que está educando a los adolescentes a la masturbación como medio para evitar las desigualdades de género, la violencia etc.

    Quiero decir con todo esto, que no seamos ingenuos a estas alturas:
    hay mucho detrás de cada una de todas esas leyes polémicas, mucho interés ideológico, político e incluso económico. Y es obvio que el debate biológico y moral se está dejando muy atrás de la primera línea de debate.

    Un saludo.

    Rafa Crespillo

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