viernes, 30 de septiembre de 2011

¿Hay un eclipse de Dios?


¿Pero quién ha velado a Dios? ¿Quién ha hecho que su rostro de luz aparezca ante los hombres, ante la Humanidad como algo oscuro, nebuloso, enrarecido e incluso sucio?
No han sido muchas veces las mismas religiones con su fanatismo, con su engreimiento del “saber de Dios”, del “saber sobre Dios”, del interpretar la re-velación o desvelación de Dios, tapando con oscuros mantos el brillo natural de lo divino?.
¿Por qué el exclusivismo de afirmaciones tan tajantes y excluyentes como No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta? ¿O fuera de la Iglesia (católica además) no hay salvación?
Esta pobre y exclusivista interpretación humana de las múltiples y variadas manifestaciones de Dios a través de la naturaleza, los místicos y aun en la consideración de la revelación plena que tenemos en Cristo (nosotros, claro), ha hecho al hombre convertirse en el intérprete absoluto de la verdad de su religión.
Escribió Antonio Gala, (por supuesto no es un teólogo ni un creyente al uso) que para haber un solo Dios se han propuesto demasiados caminos y formas de adorarle; y lo primero que habría que preguntarse –prosigue- es si realmente Dios pretende ser adorado.
¿Por qué Dios, y en razón de qué, nos quiere a los seres humanos de rodillas, en actitud de alabanza, ofreciéndole incienso, honores y gloria, como si Dios fuere un pobrecillo que necesita de nuestros dones y de nuestro culto?
En todo caso el ser humano necesitaría de Dios, no Dios del ser humano. Es, en todo caso, el ser humano quien necesita del ser humano, su hermano, para escapar de tantas situaciones dolorosas y difíciles
Las religiones del libro, han sufrido un largo proceso para descubrir en sus libros revelados el grano oculto por la paja, y se atan a la palabra como una especie de dogma del que no cabe hacer interpretación alguna, salvo la hecha por la tradición de sus jerarcas, llámense padres, rabinos, obispos, patriarcas o papas, ulemas o escribas.
Así tomada, la palabra se convierte en un arma arrojadiza, para intentar desmontar la argumentación de los otros, mediante un discurso apologético agresivo.
Son esas postura cerradas, pretenciosas y excluyentes las que han oscurecido a Dios; pero quienes se han interpuesto entre Dios (el Sol) y nosotros no han sido otros frecuentemente que quienes pretender ser sus intermediarios a través de algo tan lejos del cristiano primitivo como el sacerdocio.
Me llamó la atención que se hicieran las lecturas de la carta a los Hebreos en la misa dirigida por el Papa a los seminaristas y que se tuvieran tan poco en cuenta las contradicciones que se traslucen en la doctrina sobre el sacerdocio cristiano y esa carta que tan claras alusiones hace al sentido único del sacerdocio y tan exclusivo con la referencia a Jesús el Cristo.
La subyugación por los ritos, la pretendida alusión a una voluntad de Dios tomando como referencia lo que el A.T. dice a propósito del templo, los levitas, los sacerdotes, los sacrificios, el arca de la alianza, etc. etc. frente a la pobreza de los sencillos gestos cristianos de bautismo, la celebración de la acción de gracias (eucaristía, comida y recuerdo, ágape), etc., confrontadas con la grandiosidad y el boato de las ceremonias del imperio, sirvió para desvirtuar muchas cosas hasta asimilar nada menos que el poder absoluto de los papas al de los emperadores romanos. Pero una vez que el imperio cayó, la iglesia mantuvo ese boato y lo enriqueció con otros ceremoniales de las cortes europeas de Pipino y Carlomagno.
Así que tras tanta vestimenta sagrada y sacrosanta, tras tanto templo magnífico y exuberante, tras el oro de los “vasos sagrados”, las mitras, las casullas, las capas, los báculos de plata y oro, los anillos episcopales y cardenalicios,
Así que tras tanta normativa estridente y limitativa, tras tan escasa fe en lo que Dios ha hecho; tras el maniqueísmo y dualismos que se entrevén en no pocas de las prescripciones morales de la Iglesia jerárquica,
Así que tras el apoyo no bien disimulado al Neocapitalismo (de facto, no teóricamente) tras toda la realidad eclesiástica marcada por el poder, el prestigio, el dinero, y el apoyo de los poderosos...
Hay sí, efectivamente, un cierto eclipse de Dios. Volvamos a preguntarnos: ¿el laicismo, es la causa por la que Dios se está viendo eclipsado?
Creeré siempre en la Iglesia, en esa iglesia militante, currante y puesta de rodillas no tanto ante Dios, (que también, para abrirse a la fuerza y a la energía que se necesita para la lucha y que hemos dado en llamar gracia) cuanto junto a los heridos al borde del camino, los inmigrantes, los que viven en la frontera del hambre, de la enfermedad, de la marginación; la que se arrodilla ante el perseguido por causa de la justicia. Esa Iglesia al fin y al cabo (y toda de alguna manera solidaria) es la que no nos oculta sino que nos muestra a Dios en todo su esplendor, el esplendor del amor derramado sin medida, el esplendor de la entrega hasta el final. Pues cuando el que ofrece su vida, la desgata y la funde a favor de los demás es cuando se convierte con el propio Cristo, en sacerdote, en el que el oferente y la víctima ofrecida son la misma persona. Puedes guiar a los demás con una antorcha encendida, pero no hay eclipse cuando tú mismo te conviertes en luz y eres el fuego de la antorcha.

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