miércoles, 7 de septiembre de 2016
Ojo por ojo y el mundo se quedará ciego (Gandhi)
Hay un mundo que está naciendo ahora. Siempre ha habido un mundo naciendo, pero este que está tomando forma poco a poco, después de las numerosas crisis, y después de esta nueva depresión parece que se nos presenta como especialmente conflictivo y difícil de manejar.
Será necesaria una larga meditación a las profundidades de lo humano para encontrar salidas que permitan sobrevivir y o que impidan que la biosfera se quede arrasada por la desorientada noosfera.
No es ya sólo que el cambio climático avanza sin que le pongamos freno decidido, No es sólo que el abismo de la pobreza vaya abriéndose cada vez más a mayor profundidad y con mayores dificultades para pasar de un lado a otro. No podemos parar las migraciones de quienes buscan pan, ni de los que buscan poder vivir en paz.
Haría falta un ejercicio profundo de osadía y que alguien como lo hizo una vez Hans Küng, convocara a todos los jefes religiosos del mundo y lograr acabar con los fanatismos y las supersticiones que son destructivas para el ser humano y discriminadoras respecto de la mujer y de su función en la sociedad.
Las religiones monoteístas o religiones del Libro se han mostrado a lo largo de la historia como religiones altamente violentas y, contra los mandamientos de sus reveladores, sembraron y aún siembran violencia y la muerte.
Y quizás lo único importante que deberían sacar de sus religiones es que si creen en un dios o en más de uno, mantengan la seguridad de que lo que Dios pretende es ayudar al ser humano a ser feliz, a vivir en paz, a tener actitudes positivas hacia sus hermanos los otros seres humanos; que toda religión tiene por referente a una divinidad, pero que tiene por objeto de sus principios, su razón de ser y sus preocupaciones los seres humanos, todos los humanos.
Apuntaba el teólogo J. I. Gonzállez Faus, citando a Isaías, que “la paz es fruto de la justicia” y que por ende la guerra y la violencia tienen su tierra de cultivo en la injusticia.
Haría falta de inmediato una Unión de Naciones mundiales en que se establecieran unas mínimas medidas de obligado cumplimiento sin que nadie pueda ejercer el derecho a vetar a la mayoría. Haría falta que los cascos azules fueran un fuerza verdaderamente disuasoria. Haría falta que hubiera un gobierno mundial y que las resoluciones de Naciones unidas o del Consejo de Seguridad fueran verdaderamente ejecutivas y ejecutadas, sin que queden impunes quienes la incumplan.
La sangrienta acción terrorista yihadista en Francia, ha puesto una vez más de manifiesto que el mundo es una aldea global y que en cualquier sitio hay posibilidad de hacer gestos así aunque sean puntuales, porque “no todo está bajo control”.
Pero lo preocupante es que todavía no nos hemos percatado en occidente de que este “nuestro modo de vida” y esta sociedad del bienestar tiene que pasar un periodo de decrecimiento para que llevemos una vida más austera, más moderada en el consumo, porque no podemos ir expoliando las riquezas de otros países para vivir nosotros a cuerpo de rey empobreciendo por ese procedimiento a países y continentes enteros, con nuestra manera de colonizar y expoliar las riquezas de África o América
Ya profetizó Rafael Sánchez Ferlosio que “Vendrán más años malos y nos harán más ciegos”. Y como si fuera consciente de que eso de amarnos los unos a los otros es utópico, acaba diciendo en una de sus frases lapidarias: “babilonios somos, dejémonos en paz los unos a los otros como buenos hermanos”
Al menos eso.
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