miércoles, 7 de septiembre de 2016

Un bosque animado y peligroso

El bosque, en apreciación de Manuel Vicent en una columna de El País, es en los cuentos la metáfora de todos los peligros que acechan generalmente a los niños, protagonistas de tantos cuentos clásicos, desde Hansel y Gretel hasta Caperucita roja y el lobo. Pero arrastrando la metáfora de los cuentos infantiles a la realidad actual Vicent va aún más lejos: Ahora los verdaderos peligros no son los ogros, brujas, leñadores, lobos, osos u otros animales como dragones o bestias salvajes con forma humana que habitan en oscuros bosques de la fantasía. Una amenaza mayor se cierne sobre la infancia y sobre los adolescentes, sobre todo porque el bosque -dice-, es ahora la red, posiblemente una red en la que podemos ser cazados, como un insecto cae en la tejida por la araña. Internet puede ser en su inmensa variedad y riqueza un verdadero mar bravío en que olas, tempestades y galernas pueden hacer naufragar a quien navegue en sus procelosas aguas. Incluso las redes sociales cuya finalidad debería ser abrirnos espacios para el encuentro, son a veces una ventana que se abre a las intimidades de otra gente que de alguna manera se desnuda ante los demás y pone de manifiesto sus intereses, sus debilidades, sus gustos, sus sueños, pintando así para la galería, el retrato de quién es quién, completando inadvertidamente su propio currículun vitae Otras veces los insultos y el acoso son armas que se utilizan desde la redes para hundir al otro como en un tétrico juego de los barquitos. Por otra parte la Web ofrece tantos espacios abiertos al disparate, a la maldad a la pornografía, a la deformación de la historia, tantas veces cargadas de incertidumbre e inseguridad, de falsedades interesadas… que en ese bosque podemos acceder a los más bellos paisajes como a las más horrendas caricaturas de la realidad y a las más nefastas de las influencias. Quizás los bosques de los cuentos presentaban algunos peligros, pero estaban alejados, había que caminar hacia ellos y adentrarse en su tenebrosa oscuridad. Pero ese bosque metafórico de la red hoy lo llevamos en el bolsillo y puede constituir el mayor de los peligros la adicción a poner nuestros ojos en la pantalla y teclear eligiendo con nuestros dedos el camino que puede llevarnos a dañarnos o destrozar nuestra personalidad. La prudencia y el sentido común tan necesarios, no siempre están tan presente como sería de desear.

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