martes, 13 de octubre de 2009

La apisonadora israelí

¿Qué se estará gestando en la cabeza de Netanjahu? .
Hace poco, Slavoj Zizek, filósofo esloveno y articulista y analista internacional se preguntaba por la situación palestino israelí: ¿Qué hace Israel cuando parece que no está haciendo nada? Literalmente: ¿qué sucede en Oriente Próximo cuando no ocurre nada en el plano directamente político-militar, es decir, cuando no hay tensiones, ataques ni negociaciones? Su respuesta era: “Lo que sucede es la labor lenta pero constante, de arrebatar la tierra a los palestinos de Cisjordania: el estrangulamiento gradual de la economía palestina, el desplazamiento de sus tierras, la construcción de nuevos asentamientos, las presiones a los campesinos palestinos….” En fin, planificar como acabar con Palestina.
Así que cuando hace días Netanjahu presentaba una posibilidad de detener los asentamientos en territorio palestino, durante nueve meses, no estaba hablando de una marcha atrás y de un cambio de plan sino de una breve moratoria que permita seguir “planificando” la desaparición progresiva del pueblo palestino. La verdad ya no me creo nada de estos gigantes con aire de víctimas del holocausto, llevando implacablemente a cabo un lento holocausto, manteniendo en Palestina, Cisjordania y Gaza los únicos campos de concentración en los que poco a poco se van diluyendo las aspiraciones legítimas de un pueblo que ocupaba aquel territorio, y cuyos principios establecidos para la colonización nunca han sido respetados por Israel ambicioso de poseer la tierra que su Dios le prometió, por encima de la presencia de cananeos, jebuseos, filisteos o palestinos, Nunca hubo compasión como se ha puesto de manifiesto a lo largo de la historia bíblica y nunca ha habido compasión con los palestinos como lo demuestran estos años de confrontación tan irregular y tan prepotente por parte de Israel. El regalo navideño con que mostraron al mundo su salvaje intolerancia y su incapacidad para el diálogo en el que hay que ceder si se trata de una negociación, puso de manifiesto la decisiva actitud judía de no compartir espacios, de no reconocer un estado palestino, sino subordinado a sus intereses espurios, de no retirar los asentamientos de cuantos espacios ilegítimos han sido usurpados. Ahora como ya están ahí los hechos consumados, se pretende atender a los colonos, con servicios adecuados, como colegios, centros cívicos, etc. de manera que se consolide el statu quo. Pero, ¿para cuándo la verdadera libertad de los Palestinos? ¿Para cuándo la destrucción de ese muro divisor que no es una frontera aceptada, sino un obstáculo interpuesto para impedir intercambios, para cerrar las puertas al trabajo y hasta al trabajo en las propias fincas palestinas que han quedado a merced de los israelitas tras los muros de la vergüenza?Y no se me escapa la terrible dimensión religiosa que por otra parte entra en juego en esta situación. La violencia, que no la misericordia, la compasión o la justicia es lo que se hace valer. La fuerza y no la razón, la acción destructiva de las armas y no la negociación basada en el diálogo valiente atrevido y dispuesto a no enquistarse en posiciones religiosas. Qué maldito dios se ha intercalado entre estos dos pueblos, para que sea imposible la reconciliación, y para que no se tenga el valor de reconocer al más débil. No hay más que una falsificación de Dios (Yahvé y Alá) que se esconden tras los intereses obsesivos de los humanos. Pero como he dicho y diré siempre, si el corazón de Yahvé no está por los palestinos, volveré el rostro a ese dios agresivo y violento y me pondré no de parte de Alá al que también invocan los violentos. No, me pondré al lado de los palestinos, simplemente y sobretodo de las víctimas de este nuevo holocausto

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