martes, 20 de octubre de 2009

Por la vida

Han coincidido en el tiempo la convocatoria de manifestaciones para la lucha contra el hambre en el mundo donde según los cálculos más optimistas más de mil millones de personas están pasando hambre al punto de que las enfermedades y carencias consecuencia de la falta de alimentación, provocan muertes por hambre a razón de unas 30.000 personas diarias.
El fracaso de la humanidad no es ya sólo el de una ambición y avaricia que borra los márgenes de la ética más elemental, sino el desentendimiento más absoluto del problema de sus semejantes, expoliados y empobrecidos hasta el extremo de carecer de todo. Y si sobreviven es –en muchas ocasiones- gracias a aportaciones solidarias totalmente insuficientes y a la falsificación del concepto de ayuda al desarrollo, que no consiste en darle arroz o harina, o pescado, sino, como tantas veces se ha dicho, en posibilitar la creación de explotaciones adecuadas en las que sea posible producir el alimento necesario para sobrevivir y donde se recupere la dignidad del hombre que, a veces, con la ayuda humanitaria dada desde arriba, no siente otra cosa que una vez más su dependencia y su humillación por parte de los poderosos o de los “bienhechores”.
Pues bien, esa convocatoria, que durante la semana del 13 al 18 de octubre, ha sido llevada a cabo en unas cincuenta ciudades españolas, impulsada por más de un millar de ONG, ha dado como resultado en Madrid una asistencia de alrededor de 3.000 personas la víspera de otra macro-manifestación.
Pues, como decía arriba, estas convocatorias han coincidido con la que los movimientos pro-vida y otras organizaciones, eclesiales o no, convocaron también el sábado 17 en Madrid.
Curiosamente el objetivo fundamental de esta convocatoria era la protesta contra la ley de aborto que se va a debatir en el Congreso de los Diputados, en cuanto concluya el debate de la Ley de Presupuestos.
Las cifras de asistencia que aportan los más estrictos y rigurosos están alrededor de las 60.000 personas. Los organizadores hablan de dos millones y otros observadores más objetivos 200.000 personas.
De cualquier manera resulta evidente el abismo de la comparación. A mi me gustaría que la gente que ha participado en la manifestación contra el aborto, hubiera apoyado con más énfasis si cabe la convocatoria de la Alianza Española contra la Pobreza, formada por centenares de Organizaciones no gubernamentales; porque es una evidencia que todas esas madres de África –sobretodo de África- NO han abortado y han dado a luz a sus hijos porque les quedaba la esperanza en la humanidad. No estoy en contra de que se defienda el derecho del nasciturus, del feto en proceso de crecimiento en el seno materno, pero los derechos de los hijos e hijas de aquellas madres que han traído al mundo a sus hijos y ahora los ven exánimes en sus brazos y ellas mismas viviendo la desesperación y la impotencia de no poder alimentarlos, eso es de una gravedad tal, que se convierte en una exigencia moral y ética para todos mucho más allá de una defensa general de la vida y el desarrollo.
Ahí dejo esa consideración a la reflexión de quien desee meditar en ello. Estamos constantemente mirándonos el ombligo, debatiendo y discutiendo sobre muchas realidades, cuya importancia nadie va a poner en duda, pero olvidándonos de lo más fundamental. NO vayamos de nuevo a colar el mosquito y tragarnos el camello o a atenernos a los legalismos pero olvidando la misericordia.
Pero de esa ley habrá que decir algo más en su momento.
20 de octubre de 2009.

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