martes, 2 de noviembre de 2010

Sin miedo a la razón y repensando los caminos

Puede que para muchos sea difícil entender a la gente cristiana que está fuera de los templos o fuera de esa “ortodoxia doctrinal” que como afirman algunos es la que bendice el Papa.
Si hay una preocupación por la evangelización, es decir por dar una buena noticia a la gente de hoy, a la gente que se ha apeado de la liturgia y los sacramentos como una forma de escape hacia delante, o hacia atrás; a la gente que simplemente quiere percibir otros aires en las comunidades, menos cerradas en la celebración interna y poco cercanas a la problemática de la calle…
Si lo que va a seguir predicando como Evangelio la Jerarquía eclesial es la peregrinación a este o aquel santuario o “lugar santo” para ganar jubileos e indulgencias, creo que va a encontrar poco eco. Si para “progresar en el número de cristianos comprometidos se va a “exigir” que para esto y para lo otro pasen por el rito de la confirmación, no serán pocos los que pasen, Pero ¿Cuántos se van a quedar enamorados de lo que se ofrece hoy desde la Iglesia.
Que ahora se reúnan en Santiago o en Barcelona cientos y decenas o hasta cientos de miles de fieles, no es más que el seguimiento del mismo sistema de agrupamiento que siguen los partidos políticos para montar un macro mitin o un macroconcierto, subiendo afiliados en autocares o en trenes para hacer actos de multitudes, que den “imagen”. El seguimiento a Jesús no se demuestra en estas manifestaciones de papolatría o papodulía.
Quizás muchos no sepamos el camino pequeño por donde hay que ir, pero sabemos que uno es el Camino, y que para mí al menos el monopolio del seguimiento no lo tienen las iglesias (y ahora pluralizo).
Yo creo que lo evangélico está a la deriva en la cúspide de la Jerarquía que no desea perder poder (contra eso había una tentación de Cristo en el desierto).Ahora no se fía del Concilio Vaticano II porque se está perdiendo, lo mismo que en la sociedad, el espíritu de lucha mano a mano con la vida real, y sintiendo los gozos, las esperanzas, las alegría y el dolor de todos los seres humanos.
Sólo la iglesia militante, que está en las fronteras del dolor, de la injustita y del hambre de los seres humanos, entiende de verdad el mensaje de Jesús, Desde El vaticano el lugar hermenéutico está errado. Y hace falta, a veces, que la realidad lo sacuda para reaccionar, asumir una actitud humilde y caminar en otra dirección.
Todo el miedo a equivocarse lo pone la iglesia en los pasos adelante que tendría que arriesgarse a dar. Pero en el pasado y aun hoy sigue dando pasos equivocados que luego acaba comprendiendo que también ella estaba en el error. No hay más que leer los anatemas del Syllabus.

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